martes, 12 de mayo de 2015

Las tortugas de las Galápagos están de vuelta

Foto: Frans Lanting/Corbis (c) The Guardian
El día de hoy tenemos una excelente noticia: por primera vez en 150 años y luego de 5 décadas de esfuerzos de conservación, la población de tortugas gigantes que habita la isla Pinzón en el archipiélago de las Galápagos se está recuperando.

   Un equipo de biólogos encabezado por Washington Tapia, de la organización Galapagos Conservancy y James Gibbs, de la Universidad Estatal de Nueva York, enviaron una comunicación a la revista Nature en enero de este año, donde describen los primeros resultados de una serie de medidas para recuperar las poblaciones de la Chelonoidis ephippium, el nombre científico de estas tortugas.

   El equipo encontró diez diminutas crías recién nacidas en la isla, lo que les hizo suponer que habría muchas más, pues dado su tamaño y gracias a su camuflaje son difíciles de detectar. Los biólogos encontraron 300 individuos de diversas edades y estiman que la población total ronda las 500 tortugas, lo que indica que al menos esta especie de tortuga gigante podrá recuperar su población, ya sin necesidad de intervención humana, durante los próximos años.

   Casi todas las especies de tortugas que habitan las islas Galápagos se encuentran amenazadas debido a la destrucción y deterioro de sus hábitats naturales, por la cacería desmedida desde la época de los piratas, por la introducción de especies exóticas invasoras y animales domésticos, especialmente cerdos y cabras, así como por el arribo indeseado de ratas y ratones que destruyen las nidadas. 

   Por ello, el Parque Nacional Galápagos y sus colaboradores crearon un programa para salvar a la tortuga en la década de los ‘60, cuando sólo quedaban unos 100 individuos. Colectaron huevos y criaron a las tortugas en cautiverio durante sus primeros 5 años de vida, para ayudarlas a alcanzar un tamaño “a prueba de  ratas”, es decir, la talla que les permitiera sobrevivir al ataque de los roedores.

   Como esto no fue suficiente, pues seguía sin haber reportes de crías en vida silvestre, en el año 2012 se optó por erradicar drásticamente la población de ratas, arrojando cebo envenenado por toda la isla desde un helicóptero.

   Así, a fines del 2014 se registraron las primeras crías, causando un revuelo mundial entre los conservacionistas.

   En otro caso igual de emocionante, la población de las tortugas gigantes de la isla La Española, que se encontraba al borde de la extinción en 1960 pues quedaban solamente 15 ejemplares, alcanzó los 1000 individuos el año pasado, también gracias a los esfuerzos de conservación, lo cual permite estimar que la población ya es capaz de sostenerse por sí misma, de acuerdo con un estudio publicado en la revista científica PLOS ONE.

   Pero ¿por qué es tan importante conservar a estas tortugas?

   Primero, porque son animales fantásticos. Las más grandes superan el metro y medio de longitud y los 250 kilos, aún la especie de Pinzón, que es la más pequeña del archipiélago, alcanza 87 centímetros y su esperanza de vida en su medio natural es mayor a los 100 años, lo que la convierte en la especie más longeva del reino animal.

   Pero además, estas tortugas forman parte de la muy peculiar biodiversidad de las Galápagos, que inspiró una de las teorías y a uno de los científicos más trascendentes en la historia de la ciencia, estamos hablando, por supuesto, de la teoría de la Evolución y de Charles Darwin.

   Siendo muy joven, Darwin visitó las Galápagos como naturalista de la expedición del  Beagle, en un viaje que se volvería piedra angular de la biología, pues de los datos y observaciones recabadas en las islas construiría, muchos años después, conceptos como adaptación, especiación y selección natural.

   Una de las peculiaridades de estas islas es que la biodiversidad en ellas no sólo es única respecto a la fauna o flora continental, sino que cada isla contiene especies que no se encuentran en las otras. Esto ocurre en el caso tanto de las tortugas como de otros animales que fueron clave para Darwin, como los pinzones, aves cuyos picos son muy diferentes dependiendo del alimento disponible en cada isla.

   Una de las suposiciones clave para el pensamiento de Darwin fue pensar que todos estos pinzones o todas estas tortugas descendían del  mismo linaje, es decir, que tenían un ancestro común y se habían adaptado a las peculiaridades de cada isla gracias a la selección natural. A partir de estas inferencias construyó la teoría de la evolución, teoría clave para la concepción de El Origen de las Especies, su libro fundamental.

   Como dato curioso, se pensaba que la tortuga Harriet, que vivió 175 años, fue uno de los ejemplares que Darwin colectó y que sobrevivió hasta el 2006 en un zoológico de Australia. Aunque la anécdota no sea cierta, es seguro que a Darwin le habría dado mucha alegría saber que se ha descubierto una ruta para salvar a estos hermosos y enigmáticos animales.

Editorial del Programa Universitario de Medio Ambiente en el noticiero Primer Movimiento de Radio UNAM, emisión del martes 12 de mayo de 2015. 
Mireya Imaz, Constanza G. Moreno, Marjory González. PUMA-UNAM, México,2015.
 (Se autoriza la reproducción citando la fuente).