martes, 24 de noviembre de 2015

COP 21: el tiempo se agota

Cuenta regresiva
Dicen que no hay plazo que no se cumpla, ni deuda que no se pague.

   Y así, este lunes 30 de noviembre se cumple el plazo e inicia la Cumbre Climática en París, y pase lo que pase en ella, tendremos que pagar la deuda ambiental y social que ya ha provocado el actual modelo de desarrollo.

   El mundo llega a esta COP entre nubarrones de guerra, la ciudad de París sitiada, y el anuncio del Observatorio de Mauna Loa de que no solamente hemos alcanzado las 400 partes por millón de CO2 en la atmósfera, sino que es probable que este sea el último año en que la humanidad vivió en concentraciones por debajo de este límite, uno que se supone no debíamos rebasar.

   Aunque también hay buenas noticias. Las principales potencias industriales arribarán a la Cumbre con compromisos de reducción de emisiones claros, denominadas Contribuciones Nacionales Previstas y Determinadas, aunque aún no se sabe si se logrará construir un mecanismo que las vuelva vinculantes, obligatorias vaya.

   China promete una reducción de 65% de sus emisiones respecto al 2005, Estados Unidos, de 28% respecto del mismo año. Más generosos, los Europeos prometen 40% de reducción pero toman como base las emisiones de 1990, India, Rusia y Brasil rondan el 30 por ciento, más o menos. México prometió una reducción de 25% o más, si obtiene recursos y transferencia de tecnologías. En total, 156 países ya registraron sus reducciones de emisiones.

   Además, se espera que de la cumbre se obtenga un mecanismo de revisión, de manera que en intervalos breves de tiempo se puedan actualizar y ajustar las metas de reducción, y no esperar a que pasen otros 20 años para ver si vamos bien…o nos regresamos.

   Finalmente, los mecanismos de financiamiento y transferencia de tecnología es uno de los temas que hará realidad o no, los compromisos nacionales de los países en desarrollo, que deberán dar un salto tecnológico gigantesco para desacoplar sus economías del petróleo.

   En ese sentido, existe un compromiso para alcanzar los 100,000 millones de dólares anuales de inversión para el año 2020. Suena a muchísimo dinero, pero hay que considerar que, como lo señala Christopher Helman en el sitio de la revista Forbes en español, el costo total de la reunificación de las dos Alemanias en los noventas fue aproximadamente 2 billones de euros, y los actuales subsidios anuales a los combustibles fósiles superan los 500,000 millones de dólares a nivel mundial.

   Ciertamente, todas las economías deben desacoplar su crecimiento de la quema de combustibles fósiles, como principal motor. Esta es la única opción, para realmente cumplir con lo necesario para evitar una catástrofe de mayores proporciones.

   La Cumbre de París ocurre en un momento en el que ya no podemos parar la inercia del cambio climático que provocamos al modificar la química de la atmósfera terrestre, pero podemos disminuir el ritmo y alcance del cambio.

   Tampoco podremos evitar que los habitantes del atolón de Tuvalu o de las Islas Marshall se queden sin hogar, sumándose a los miles de refugiados por las guerras y las crisis económicas. Pero quizá se logren obtener compromisos para atender a esas poblaciones, que poca responsabilidad tienen en la actual crisis pero serán de las primeras en soportar sus consecuencias.

   Las contribuciones que hasta la fecha han sido presentadas, son aún insuficientes para evitar sobrepasar los dos grados Celsius de incremento de la temperatura promedio global del planeta.

   Es urgente, por ello, que las y los ciudadanos del mundo exijamos a la cumbre, como reunión de representantes de todos los países, es decir, nuestros representantes, que se porten a la altura del desafío que enfrentamos como humanidad y den la cara por las generaciones presentes y futuras.

   Como señaló el expresidente de Uruguay, José Mújica: “El ser humano es una mezcla de egoísmo y solidaridad. El egoísmo que llevamos todos adentro nos permite luchar por nuestra familia, por nuestro grupo humano. Tiene sentido. La naturaleza no hace pavadas, hace cosas sensatas. Pero también nos dio la conciencia y esta nos da herramientas para poder contener el egoísmo. Eso es la civilización”.

   Hoy, la civilización depende que rescatemos la ética, la otredad y lo colectivo como valores, como filosofía de vida.

   Invitamos a que estén pendientes por los diversos medios a estar atentos a la evolución de la cumbre y a las acciones que se convoquen, para que la sociedad planetaria haga presencia en París.

Editorial del Programa Universitario de Estrategias para la Sustentabilidad en el noticiario Primer Movimiento de Radio UNAM, emisión del martes 24 de noviembre de 2015.
Mireya Imaz, Marjory González. 2015, PUES-UNAM. México.
(Se autoriza la reproducción citando la fuente).

lunes, 23 de noviembre de 2015

Objetivos de Desarrollo Sostenible: que nadie se quede atrás

Hace 15 años, a finales del 2000, 189 países firmaron la Declaración y los Objetivos del Milenio, una serie de ocho ambiciosos compromisos y metas en torno a la reducción de la pobreza extrema y el hambre, la enseñanza primaria universal, la reducción de la mortalidad en niños menores de 5 años, mejorar la salud materna, combatir el VIH/Sida y otras enfermedades, la igualdad de género, la sostenibilidad del medio ambiente y el acceso al agua, así como una alianza mundial para el desarrollo. Todas estas metas debían haberse cumplido para el presente año.

   Y si bien se reportaron progresos, muchos, gracias a este acuerdo, lo cual mostró el valor de tener una agenda internacional unificada, desgraciadamente la indignidad de la pobreza, el hambre y la destrucción acelerada de la naturaleza, están aún lejos de haber desaparecido de la faz de la Tierra.

   De ahí, que el pasado 25 de septiembre se reunieran en la ONU, nuevamente, 150 jefes de estado, para evaluar y darle continuidad a los esfuerzos previos de la comunidad internacional, esta vez mediante la aprobación de la Agenda 2030, la cual es un compendio de 17 objetivos y 169 metas de cara al año 2030 que se han dado a conocer como Objetivos de Desarrollo Sostenible, los ODS, con los que se busca enfrentar las raíces de las causas y hacer más por integrar las dimensiones económicas, sociales y ambientales del desarrollo sostenible.

   Este plan es más ambicioso, pues centra la atención no sólo en el combate a la pobreza, sino en la reducción de las brechas entre países y regiones, buscando combatir la desigualdad mediante una estrategia de desarrollo económico y social incluyente, basado en la sustentabilidad y la educación, que asegure el bienestar tanto de las generaciones presentes como de las futuras.

   Los ODS están enfocados en la gobernanza democrática y la consolidación de la paz, así como en la construcción de resiliencia ante el cambio climático y los previsibles desastres que éste conlleva.

   Entre los 17 objetivos, destacan la meta de reducir a cero la pobreza extrema y que nadie en el mundo viva con menos de 1.25 dólares al día para el 2030.

   Otro objetivo que merece subrayarse es el de “Agua para todos, pero asequible y limpia, libre de contaminación y gestionada de manera sostenible”.

   En cuanto al cambio climático, la apuesta es mejorar la educación y la capacidad de las comunidades y las instituciones para mitigar el calentamiento global, así como para reducir los riesgos relacionados.

   Además, los ODS añaden capítulos dedicados al impulso de las energías renovables, e incorporan la noción de “bienes de interés colectivo”, como la atmósfera, los mares, los océanos y por supuesto sus recursos.

   Los temas ambientales tienen gran relevancia en el acuerdo, y se dividen en nueve metas encaminadas, entre otras cosas, a detener y revertir la degradación de las tierras, poner freno a la pérdida de la diversidad biológica, recuperar los bosques degradados e incrementar la reforestación y restauración de ecosistemas.

   De acuerdo con la Secretaria ejecutiva de la CEPAL, la Doctora Alicia Bárcena, la diferencia fundamental entre ambas agendas, es que “la nueva hoja de ruta aborda varias dimensiones de la desigualdad, el principal problema de nuestra región.”

   Y es que en América Latina, mucho se ha hablado e invertido en el llamado “combate a la pobreza”, pero poco o nada se ha hecho en la mayor parte del continente para reducir la exasperante desigualdad.

   Así, los Objetivos del Desarrollo Sostenible se plantean resolver la pobreza atacando lo que la origina, mediante la construcción de un modelos de desarrollo que funcione para todas las personas y no sólo para el famoso 1 por ciento del que hablaba el movimiento Ocupa Wall Street.

   Basta recordar las cifras del estudio que publicó en mayo de este año la OCDE, titulado “Todos juntos: ¿Por qué reducir la desigualdad nos beneficia?”, en el cual señalaba que la población que actualmente ocupa el decil superior de la escala de ingresos, gana 9.6 veces el ingreso de la población que ocupa el decil inferior, muy por arriba de la proporción 7 a 1 que prevalecía en la década de los años ochenta.

   Para cerrar esta brecha demencial entre los ricos más ricos del planeta, y los pobres más pobres, así como para salvar al planeta de la crisis ambiental provocada por los seres humanos (o al menos, por los que más consumen), se multiplican las voces que claman por cambios drásticos en el modo de producción, de consumo, y de reparto de la riqueza generada, tomando en cuenta la protección del ambiente y el cumplimiento de los derechos humanos fundamentales.

    “El desarrollo sostenible exige una considerable acción colectiva”, de manera que si realmente queremos evitar que la humanidad llegue al 2030 como llegamos al 2015 ante promesas que no se cumplieron, es indispensable poner manos a la obra y organizarnos para que esta vez, como lo dicen los propios Objetivos de Desarrollo Sustentable, “nadie se quede atrás”.

Editorial del Programa Universitario de Estrategias para la Sustentabilidad en el noticiario Primer Movimiento de Radio UNAM, emisión del martes 29 de septiembre de 2015. 
Mireya Imaz, Marjory González. 2015, PUES-UNAM. México.
(Se autoriza la reproducción citando la fuente). 

Tres billones de árboles en la Tierra

Un estudio publicado en la revista Nature a principios de este mes trajo buenas y malas noticias acerca de los árboles del mundo.

   El artículo ‘Mapeo de la densidad de árboles a escala global’, en el que participaron 37 autores liderados por Crowther, Glick y Covey, ofrece una muy buena noticia y a la vez, una no tan buena: en el planeta viven poco más de tres billones (3.4) de árboles, más de siete veces lo que se había estimado en estudios previos

   La mala noticia es que a partir del desarrollo de la agricultura y el inicio de la civilización, se ha perdido el 46 por ciento de los árboles del planeta, y cada año estamos perdiendo 15 mil millones mas de árboles.

   El dato de cuántos árboles hay en el planeta es crucial para entender cómo funciona el sistema Tierra, en especial el ciclo del carbono y el cambio climático, así como la distribución de especies animales y vegetales o los efectos de la actividad humana en todos ellos.

   Estudios previos calculaban la existencia de 400 mil millones de árboles, unos 61 árboles por persona, sin embargo, estos estudios se basaban, principalmente, en trabajos con imágenes de satélite, las cuales se utilizan para estimar la superficie de cobertura forestal.

   Aunque las imágenes a distancia pueden dar mucha información del estado de los bosques, no logran la misma precisión de los inventarios forestales en los cuales un técnico cuenta, mide y registra las especies presentes. Claro que este método es costoso y es prácticamente imposible realizarlo a escala global.

   Así que el equipo de investigadores comandado por Crowther, Glick y Covey combinó ambos enfoques, recopilando primero datos de 430 mil estudios en campo en todos los continentes, excepto en la Antártida. Y consideraron árboles aquellos cuyo DAP fuera igual o mayor a 10 cm.

   Basándose en esos datos, mejoraron las estimaciones de densidad de las poblaciones de árboles en las imágenes de satélite. Después, extrapolaron esas estimaciones para las zonas que carecen de buenos inventarios en campo.

   Por ejemplo, utilizaron datos de los bosques de Canadá y el norte de Europa para calcular, vía satélite, la densidad de bosques similares en partes remotas de Rusia.

   De esa manera obtuvieron información a escala continental, así como para cada uno de los 14 biomas descritos por Nature Conservancy, y un análisis de los factores bióticos, abióticos y antropogénicos que contribuyen a moldear la densidad de los bosques.

   Con esta información, calcularon que existen 3 billones de árboles, el equivalente a unos 422 árboles por persona. El país con la mayor cantidad de árboles per capita es Canadá, con 9,000 y el que menos tiene es Israel, con apenas dos árboles por habitante. El clima, la topografía, las características del suelo y la humedad, pero sobre todo, la actividad humana, son factores que producen estas diferencias.

   También encontraron que los bosques con mayor densidad de árboles se encuentran en las zonas boreales y la tundra de Rusia, Escandinavia y América del Norte. Sin embargo, las áreas forestales más extensas se encuentran en los trópicos, hogar de alrededor del 43 por ciento de los árboles del mundo. Solo 24 por ciento se encuentra en las regiones boreales y otro 22 por ciento crece en las zonas templadas.

   No sorprende, pero preocupa, que el único factor negativo común a todos los biomas, es la presencia humana. La actividad humana es perjudicial para la abundancia de árboles en todo el mundo, y este efecto negativo es más evidente a escala local. De acuerdo con uno de los autores, Thomas Crowther, los investigadores esperaban encontrar que, ciertamente las personas jugamos un papel destacado, sin embargo se sorprendieron al identificar que somos, los humanos, el principal factor que controla la densidad de árboles en todo el planeta.

   Evaluaron que la deforestación, el manejo forestal, las perturbaciones y los cambios en el uso del suelo son responsables actualmente de la pérdida de más de 15 mil millones de árboles cada año, siendo las regiones tropicales donde la tasa de deforestación es mayor.

   La escala y consistencia del efecto negativo de los humanos en todos los biomas forestales, además, permite entender cómo nuestras decisiones acerca del uso de la tierra a través de la historia, han dado forma a los ecosistemas naturales a escala global.

   De acuerdo con el estudio, de seguir las actuales tendencias de deforestación, en sólo tres siglos mas habrán desaparecido los árboles de la faz del planeta.

   Así, esta investigación se suma a muchas otras de las que hemos comentado en primer movimiento, que documentan, cada vez con mayor precisión, como la actividad humana tiene a escala planetaria, lo que sustenta, cada vez más, la propuesta de un numeroso grupo de científicos de identificar estos tiempos como una nueva era o periodo geológico: el Antropoceno.

   Así que, plantar un árbol, o muchos, si se puede, como indica un proverbio árabe, sigue siendo una de las labores relevantes que tenemos los seres humanos para con este planeta.

Editorial del Programa Universitario de Estrategias para la Sustentabilidad en el noticiario Primer Movimiento de Radio UNAM, emisión del martes 22 de septiembre de 2015.
Mireya Imaz, Marjory González. 2015, PUES-UNAM. México.
(Se autoriza la reproducción citando la fuente).

Azotea verde, azul y oro

Vista aérea de la azotea de la CIC.


Estamos muy emocionados por la inauguración de la Azotea verde y fotovoltaica del edificio de la Coordinación de la Investigación Científica (CIC), un proyecto multidisciplinario que forma parte de la Estrategia de Universidad Sustentable EcoPuma, coordinado por el Programa Universitario de Medio Ambiente y en el que colaboran la propia CIC, el Instituto de Biología, el Jardín Botánico, el Instituto de Investigaciones en Energías Renovables, el Centro de Ciencias de la Atmósfera y la Dirección General de Obras y Servicios, todos de la UNAM.

   El diseño de naturación y la “paleta” vegetal, es decir las especies de plantas que se eligieron, estuvieron a cargo del Doctor Jerónimo Reyes, especialista en este tipo de instalaciones.

   La azotea es un laboratorio vivo que permite hacer investigación, como documentar de manera precisa los servicios ambientales que nos brindan dichos espacios, obteniendo datos sobre retención de agua de lluvia, captación de metales en plantas y eficiencia energética, que permitirán hacer propuestas para mejorar estas instalaciones de manera que cada vez se encuentren al alcance de un mayor número de personas. También permite realizar actividades educativas y es un espacio demostrativo.

   Además de agradable y colorida, la azotea verde, que abarca una superficie de 900 m2, ofrece diversos servicios ambientales, como mantener la humedad atmosférica y mitigar el efecto de “isla de calor” urbana que genera la radiación solar al rebotar en el concreto. De acuerdo con el libro ‘Techos verdes’ de Minke Gernot, en verano la temperatura de un techo regular puede llegar a más de 60°C, mientras que una azotea naturada no supera los 25 °C en promedio. Éste es uno de los parámetros que se están midiendo en la CIC para tener datos específicos de ciudades como la nuestra.

   Esta azotea también genera oxígeno y captura bióxido de carbono, permite rescatar y reproducir plantas nativas del Pedregal y es un refugio para distintas especies de aves, pequeños mamíferos como tlacuaches y cacomixtles, reptiles como lagartijas, y es sitio de alimentación para polinizadores como abejas, colibríes, mariposas y murciélagos.

   Los techos verdes también disminuyen el gasto por impermeabilización y mantenimiento de las azoteas, pues las plantas protegen la capa de impermeabilizante prolongando así su vida útil.

   Otro beneficio es que, debido a la vegetación, el escurrimiento de agua de lluvia se retarda, ayudando a evitar inundaciones (que ni falta hace).

   La instalación disminuye el uso de aires acondicionados y calefactores, pues los techos verdes amortiguan las temperaturas extremas.

   Esta azotea en partcular alberga plantas mexicanas resistentes a la sequía, como nopales, magueyes y crasuláceas como Echeveria y Sedum, plantas de hojas carnosas capaces de retener agua para resistir la temporada de secas. Éstas últimas son una curiosidad botánica, pues capturan y fijan carbono durante la noche, además de capturar partículas suspendidas y metales pesados como plomo, manganeso, zinc y cadmio, sobre todo en raíces y hojas. Dichas especies se recomiendan para las azoteas y muros verdes pues, al contrario del pasto, requieren poca agua.

   También se instaló una zona de milpa para medir la productividad de este cultivo en azoteas destinadas al autoconsumo. Hay que recordar que las milpas son un sistema agroecológico basado en el policultivo, es decir, donde se siembran varias especies como maíz, frijol, calabaza y chilacayotes, permitiendo tener alimentos en distintas épocas del año.

   Además se sembró una zona con plantas nativas con flores que aportan color y alimento para los polinizadores.

   La azotea tiene una zona de naturación directa, con varias capas de impermeabilizante sobre un dren para desalojar el excedente de agua de lluvia y un sustrato que sostiene directamente a las plantas, pero también se muestran varios tipos de naturación indirecta más accesibles, modulares, es decir en contenedores que se ensamblan, como Hidromacetas, contenedores ecológicos y contenedores de unicel reutilizado.

   Por otra parte, con el Instituto de Investigaciones en Energías Renovables sev instaló un sistema fotovoltaico, es decir, que capta la radiación solar mediante 84 paneles que producen 24 kilovatios pico (kWp), generando suficiente electricidad para abastecer dos meses de consumo del edificio entero. A la UNAM esto le significará, además, un ahorro por más de 28 mil pesos y la mitigación de 15 toneladas de CO2 equivalentes al año.

   Un sistema de monitoreo permite conocer los ahorros energéticos en tiempo real, que pueden consultarse AQUÍ.

   El Centro de Ciencias de la Atmósfera, por su parte, instaló una estación meteorológica que genera datos de temperatura, humedad, condiciones promedio del suelo y el ambiente, volumen de lluvia que cae sobre la azotea y concentraciones de dióxido de carbono en la atmósfera.

   Sólo resta decir que en la UNAM estamos convencidos de la urgencia de proyectos de este tipo, basados en el trabajo en equipo, cooperativo y multidisciplinario, para generar soluciones y alternativas a los problemas ambientales de nuestras ciudades.

   Estas iniciativas pueden ser el principio de una vida urbana con una mejor calidad ambiental, donde los humanos nos reconciliemos con la naturaleza y reencontremos los beneficios de la vida comunitaria y la búsqueda del bien común.

   ***Se puede visitar, hay que escribir a info@puma.unam.mx para agendar una cita***

Editorial del Programa Universitario de Estrategias para la Sustentabilidad en el noticiario Primer Movimiento de Radio UNAM, emisión del martes 8 de septiembre de 2015. 
Mireya Imaz, Marjory González. 2015, PUES-UNAM. México.
(Se autoriza la reproducción citando la fuente).

viernes, 20 de noviembre de 2015

CONANP: no recortemos el futuro del país

RB Santuario de la mariposa monarca.
De acuerdo con el Proyecto de Presupuesto de Egresos de la Federación para el 2016, la SEMARNAT enfrentará un recorte de 10 mil 500 millones de pesos, equivalentes a una disminución de 15 por ciento de su presupuesto en comparación con el presente año.

   Este recorte y los efectuados a lo largo del 2015 ya han comenzado a tener efectos negativos en las tareas que realizan algunas dependencias, en especial en la Comisión Nacional de áreas Naturales Protegidas, la CONANP, de donde, por ejemplo, hasta la fecha se ha despedido al menos a 100 trabajadores de campo, de acuerdo con una nota de Milenio diario del 30 de septiembre, además de que se le adeudaban dos quincenas a los trabajadores, al menos hasta el viernes 2 de octubre pasado.

   La situación es preocupante pues la labor que realiza la CONANP es vital para la vigilancia y conservación de un patrimonio invaluable de las y los mexicanos y de la humanidad en general: la biodiversidad de nuestro país y los ecosistemas que la resguardan.

   Como ya hemos ya comentado, México es parte del selecto grupo de 17 naciones clasificadas como megadiversas, las cuales concentran el 70 por ciento de la diversidad mundial de especies.

   Nuestro país es hogar de entre el 10 y 12 por ciento de la biodiversidad mundial. Es el segundo lugar en diversidad de reptiles, tercer lugar de mamíferos, quinto de anfibios y plantas vasculares, así como el onceavo en aves. Además, se calcula que entre el 30 al 50 por ciento de las especies que se encuentran en nuestro territorio son endémicas, es decir, que no existen en ningún otro lugar del planeta, y una parte muy importante de toda esta biodiversidad se conserva, precisamente, en el sistema nacional de Áreas Naturales Protegidas.

   Las ANP’s son el mecanismo más importante de conservación que tienen los diferentes niveles de gobierno para proteger la biodiversidad y a los ecosistemas. Son zonas del territorio o de las aguas nacionales sometidas a algún régimen de protección donde se restringen o regulan ciertas actividades, como la urbanización, la instalación de infraestructura, la tala o la explotación de recursos naturales, y donde se establecen programas de manejo, conservación y uso sustentable de la biodiversidad.

   Según la Convención de biodiversidad Biológica, para el 2020, en 5 años, la cobertura nacional protegida por país debería corresponder al 17% de su territorio terrestre mas un 10% marino, en su caso. 

   En México las ANP’s abarcan poco más de 25 millones de hectáreas, es decir cerca del 14 por ciento del territorio nacional, marino y terrestre.  Estos territorios se encuentran bajo algún esquema de protección como Reservas de la Biosfera, Parques Nacionales, Monumentos Naturales, Áreas de Protección de Recursos Naturales, Áreas de Protección de Flora y Fauna y Santuarios.

   La CONANP administra las 177 áreas naturales de carácter federal, entre las que destacan 61 Parques Nacionales y 41 Reservas de la Biosfera. Además la Comisión apoya 369 Áreas Destinadas Voluntariamente a la Conservación, con una superficie de poco más de 400 mil hectáreas.

   En las áreas naturales protegidas se preservan diversos servicios ambientales, como purificar el aire y el agua, mitigar las sequías e inundaciones, conservar y nutrir los suelos, mantener el ciclo hídrico y de nutrientes, conservar a los polinizadores y a los dispersores de semillas, funcionar como sumidero de carbono, mantener la biodiversidad, además de regalarnos paisajes y escenarios naturales maravillosos.

   En las Reservas de la Biósfera, por ejemplo, se establecen zonas núcleo con mayores restricciones de uso, así como zonas de amortiguamiento, en las cuales hay comunidades que las habitan y están permitidas ciertas actividades económicas y aprovechamientos de los recursos naturales, siempre y cuando sean sustentables y vayan acorde con los planes de manejo, como el ecoturismo.

   Así, las ANP’s le dan trabajo directa o indirectamente a miles de familias mexicanas, en especial a familias campesinas, quienes, a su ves, aportan sus conocimientos y cultura para la adecuada conservación de estos lugares.

   Diseñar y operar los planes de manejo y conservación, trabajar con las comunidades locales, vigilar extensas zonas del territorio nacional, generalmente de difícil acceso, ponerle freno a los talamontes, cazadores furtivos, mineras, industrias, hoteleros y urbanizadores, no es tarea fácil, requiere personal altamente capacitado y, sobre todo, muy comprometido.

   En el PUMA vemos este compromiso gracias a la colaboración que este Programa tiene con la CONANP, para la actualización y capacitación de los guardaparques, quienes muchas veces se juegan la vida protegiendo la biodiversidad de nuestro país.

   En 2006, Trevon et al, revelaron en un artículo publicado en Science Direct que los mamíferos endémicos de México podrían haberse protegido mucho mejor de haber iniciado el sistema de conservación en los años 70, y calcularon que el territorio que se necesita para proteger a los mamíferos actualmente, es 90 por ciento mayor al que se hubiera necesitado, de haberse implementado hace 40 años. Los autores del artículo subrayan la importancia de llevar a cabo acciones de conservación A TIEMPO, pues indican que “debido a la degradación del hábitat que está en curso, la eficacia de un plan de conservación disminuye con demoras en su ejecución”.

   Así pues, queda claro que recortar recursos para la conservación del patrimonio natural de las y los mexicanos, no significa ahorros, al contrario, en poco tiempo tendrá elevados costos para nosotros y las futuras generaciones.

   Y es que, en realidad, en este mundo, a lo único que se le puede quitar para que haga grande, es a los agujeros.

Editorial del Programa Universitario de Estrategias para la Sustentabilidad en el noticiario Primer Movimiento de Radio UNAM, emisión del martes 6 de octubre de 2015.
Mireya Imaz, Marjory González. 2015, PUES-UNAM. México.
(Se autoriza la reproducción citando la fuente).

miércoles, 18 de noviembre de 2015

Soya transgénica: la moneda aún está en el aire

Revés a la agroindustria.
El miércoles 4 de noviembre pasado, la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN) revocó el permiso que SAGARPA había otorgado a la empresa Monsanto para cultivar soya transgénica en el sureste del país, al considerar que dicha entidad del Gobierno Federal no tomó en cuenta el derecho a la consulta previa, libre e informada de las comunidades indígenas que han resultado perjudicadas, derecho que salvaguarda el artículo 2 de nuestra Constitución, así como en el 108 de la Ley de Bioseguridad, el convenio 169 de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) y la declaración de Naciones Unidas sobre seguridad de los Pueblos Indígenas.

   Con esta medida, el máximo tribunal del país dio la razón, al menos por ahora, a las comunidades indígenas mayas quienes, apoyadas por diversas organizaciones civiles y de derechos humanos, promovieron un amparo contra el cultivo de soya, al considerar que pone en peligro su principal actividad económica: la producción y recolección de miel, 90 por ciento de la cual se dirige al mercado externo, en especial a la Unión Europea, cuyos parámetros de inocuidad son muy estrictos e impiden la presencia de polen transgénico en la miel.

   Para entender el tamaño de la disputa, no está de más recordar que hay unos 11,200 apicultores en la región, cuya labor genera el sustento de cerca de 25,000 familias. En esta zona del país se producen unas 10,000 toneladas de miel, y nuestro país aporta el 10 por ciento de las ventas totales de miel a nivel global, de acuerdo con datos de la Comisión Nacional para el Uso y Conocimiento de la Biodiversidad, CONABIO.

   En la otra esquina, el Servicio Nacional de Sanidad, Inocuidad y Calidad Agroalimentaria (Senasica) dependiente de SEMARNAT; había otorgado permisos para introducir este cultivo en 254 mil hectáreas de la región. De acuerdo con el investigador del Colegio de la Frontera Sur, Rémy Vandame, tan sólo del 2013 al 2014, en el municipio de Hopelchén la superficie agrícola se incrementó en 9 mil 594 hectáreas, las cuales coinciden con el incremento en la superficie sembrada con soya.

   Además del temor a la contaminación de la miel, tanto las organizaciones indígenas como diversos grupos ambientalistas e investigadores han señalado diversos problemas ambientales que el cultivo de soya transgénica podría estar ocasionando.

   Por ejemplo, la deforestación derivada de la apertura de la frontera agrícola para introducir este y otros monocultivos y con ello, la pérdida de una parte de la biodiversidad en el sureste; el incremento en el uso del pesticida Glifosato, clasificado por la Organización Mundial de la Salud como posiblemente cancerígeno y que ya se ha encontrado en aguas subterráneas de Chiapas, de acuerdo con un artículo de 2014 de Ruiz-Toledo y otros investigadores aparecido en la revista Bulletin of Environmental Contamination and Toxicology.

   Además, los cultivos transgénicos forman parte de un modelo de agro-negocios para los cuales no resulta importante la diversidad biológica, cultural, o la alimentación de la gente, sino simplemente la generación de ganancias en el corto plazo.

   Así, la soya transgénica está diseñada para resistir el uso de Glifosato, que mata a todas las otras plantas. A todas, incluyendo a las asclepias, que son el alimento de las mariposas monarca y que se ha encontrado en la ruta migratoria de estos animales, de acuerdo con Lincoln Brower y otros autores en un artículo del 2011 para el Jorunal Insect Conservation and Diversity.

   ¿Qué otras cadenas tróficas puede dañar este pesticida, ya no en Michoacán, sino en la zona de la que hablamos? No lo sabemos, y por eso es tan importante que se aplique en estos casos el principio precautorio.

   Sin embargo, justo el resolutivo de la Suprema Corte no consideró los daños ambientales que puede estar provocando el cultivo de soya transgénica. Ello, a pesar de la opinión de otros organismos federales como la Comisión Nacional para el Conocimiento y Uso de la Biodiversidad (CONABIO), la Comisión Nacional de Áreas Naturales Protegidas (CONANP) y el Instituto Nacional de Ecología (INE), quienes habían aconsejado no permitir la siembra de dicha leguminosa genéticamente modificada.

   La CONABIO por ejemplo, considera genuina la preocupación de los apicultores debido a la posible contaminación de la miel con polen de plantas genéticamente modificadas, pero además, señaló que los polígonos donde se ubicaron los cultivos se encuentran muy cerca de Áreas Naturales Protegidas como Calakmul, Laguna de Términos y Sian Kaan.

   Así las cosas, los apicultores de la región y sus aliados anotaron una victoria a las acciones colectivas por el ambiente y el patrimonio común de las y los mexicanos. Viene la consulta, que deberá organizar SAGARPA por orden de la Corte, así que este apenas es un “round” en una batalla de la que debemos mantenernos informados.

Editorial del Programa Universitario de Estrategias para la Sustentabilidad en el noticiario Primer Movimiento de Radio UNAM, emisión del martes 17 de noviembre de 2015.
Mireya Imaz, Marjory González. 2015, PUES-UNAM. México.
(Se autoriza la reproducción citando la fuente).

martes, 17 de noviembre de 2015

La dimensión ambiental en los albores del siglo XXI. Miradas desde la diversidad

¿Nos preocupa nuestro ambiente?
Estamos muy contentos porque hoy, 10 de noviembre, la UNAM presentará una colección de 26 publicaciones titulada Los mexicanos vistos por sí mismos, los grandes temas nacionales, mediante la cual la máxima casa de estudios se propuso realizar una fotografía, desde una visión multidisciplinaria, acerca de las percepciones, valores y actitudes de las y los encuestados en este principio de siglo, frente a los grandes retos, crisis y problemáticas que vive nuestro país.

    Cada tomo analizó los resultados de una encuesta aplicada a nivel nacional sobre temas como corrupción y cultura de la legalidad, derechos humanos, salud, pobreza, migración, entre otros. El tomo que coordinó y elaboró el (hasta ése momento) PUMA, lo titulamos La dimensión ambiental en los albores del siglo XXI. Miradas desde la diversidad.

 Tanto en la encuesta como en el análisis posterior, buscamos responder a grandes rasgos cuestiones como ¿cuáles son las diversas miradas de los mexicanos frente al ambiente?, ¿cómo lo perciben, estructuran y evalúan?, ¿cómo impactan la economía y el estilo de vida en sus actitudes y valores ambientales?

   Uno de los hallazgos de la encuesta es el lugar que ocupa el ambiente entre las múltiples preocupaciones de los mexicanos encuestados. En medio de una profunda crisis económica, educativa, de servicios básicos, así como frente a la incapacidad del Estado para brindarle seguridad a la población, no sorprende que la mayoría de los participantes le otorguen al tema “medio ambiente” un lugar relegado entre sus prioridades, salvo en la región Sur donde se le ubica en cuarto lugar; en contraste en la región Norte ésta es la penúltima preocupación.

   Esto no significa que los encuestados ignoren el estado del ambiente en el país. En general las personas muestran una mirada crítica frente a la calidad del ambiente que las rodea, pues casi la mitad (48.6 por ciento) la califica como mala o muy mala, y menos del 2 por ciento la considera buena.

   Entre los problemas ambientales que más inquietan a los encuestados destacaron la calidad del aire, la contaminación del agua y la basura, los cuales sienten que les afectan más a nivel personal y familiar.

   El estudio muestra, además, las condiciones de acceso a algunos recursos. Por ejemplo, en el caso del agua, sólo un tercio de la población manifestó que la obtiene de la llave, poco más de dos tercios consumen agua en garrafones y 40 por ciento compra agua embotellada; el abastecimiento de agua representa una de las problemáticas más importantes del momento.

   La encuesta ilustró la urgencia de socializar el conocimiento sobre las causas y los efectos de los procesos que impactan los socio-ecosistemas. La mitad de los entrevistados se da cuenta que se requiere acceso a mayor y mejor información y educación, para que las personas protejan el medio ambiente.

   Además de las diferencias regionales, hay una distinción entre las personas con estudios de licenciatura o posgrado, quienes exhibieron valores y actitudes relativamente más informadas, críticas y dispuestas a la participación ante la situación ambiental.

   Esto apuntaría a revisar el modo en que la educación puede contribuir a hacer realidad el desarrollo sostenible y a mejorar las condiciones de equidad en el acceso a los recursos, sin hacer de lado las estrategias de educación ambiental no escolarizada, además de ampliar y mejorar los medios de información, ya que más del 90 por ciento de los entrevistados, sin importar diferencias socio-económicas, se “informa” básicamente a través de la televisión.

   Un aspecto muy positivo es que la mayoría de los entrevistados se mostró dispuesto a participar en acciones de cuidado del medio ambiente, aunque del dicho al hecho hay mucho trecho. Entre las explicaciones que ofrece el trabajo a la falta de participación, y que pueden ser materia de estudios más detallados, destaca la poca confianza que los entrevistados les tienen a sus vecinos o a la aplicación de las leyes.

    La desconfianza generalizada que prevalece en la sociedad, estaría obstaculizando las acciones colectivas para la protección del entorno.

   La amenaza del cambio climático aparece lejana en las prioridades ambientales, penúltimo lugar de la lista, a pesar de la relevancia discursiva a nivel oficial y de los riesgos que representa para las personas y para el patrimonio natural del país.

   La gente asocia los efectos del cambio climático con eventos catastróficos, frente a los cuales se muestra paralizada; pero desconoce las causas y los procesos del cambio climático, lo que dificulta su participación en estrategias que disminuyan su propia vulnerabilidad.

   Pensamos que los resultados de la encuesta en general, dan una nota optimista, pues la mayor parte de los encuestados perciben la importancia del ambiente, y esta valoración no parece depender de circunstancias socioeconómicas, de nivel educativo o sexo, lo que abre un nuevo campo de acción para incorporar a diversos sectores y actores en la discusión de políticas públicas y en la participación del cuidado del ambiente.

   Además la mayoría de los entrevistados opinan que la labor de protección del ambiente es un deber colectivo y diferenciado.

   Por lo tanto, queda claro, a partir de las respuestas recogidas en este ejercicio, que la sociedad está abierta a actuar, pero su participación depende en mucho de la información que se ponga en sus manos.

Editorial del Programa Universitario de Estrategias para la Sustentabilidad en el noticiario Primer Movimiento de Radio UNAM, emisión del martes 10 de noviembre de 2015.
Mireya Imaz, Marjory González. 2015, PUES-UNAM. México. 
(Se autoriza la reproducción citando la fuente).

Todo cambia: PUMA ahora es Sustentabilidad UNAM

Cambios.
Entre el ir y venir del mundo, observa cómo los finales se convierten en inicios.

Tao Te Ching.

El pasado 12 de octubre dejó de existir el Programa Universitario de Medio Ambiente al anunciar la UNAM la creación del Programa Universitario de Estrategias para la Sustentabilidad, cuyo objetivo principal es justamente el diseño, desarrollo y puesta en marcha de estrategias de sustentabilidad dentro y fuera de nuestra casa de estudios.

   Desde su creación en 1991, durante la rectoría del Dr. José Sarukhán y la dirección del Dr. Octavio Rivero Serrano, el PUMA fue una de las respuestas más importantes y de avanzada de la UNAM ante la crisis ambiental y la necesidad de tender un puente entre el conocimiento que produce nuestra casa de estudios con las necesidades de la sociedad, en particular la mexicana, frente a dicha crisis.

   Pero durante este cuarto de siglo no sólo se agudizaron los problemas ambientales y sociales en el mundo, también nuestra comprensión de la manera en que están interrelacionados ha evolucionado, y el cambio es tal que podemos hablar del surgimiento de nuevos paradigmas para explicarnos la situación, así como para tratar de resolverla.

   Desde la publicación de la “Primavera silenciosa” de Rachel Carson, que en 1962 pugnaba por el derecho a un ambiente limpio y sano, a la Constitución de Bolivia que en 2011 se convirtió en la primera ley en el mundo que le otorgaba a la naturaleza los mismos derechos que a los seres humanos, muchas cosas han cambiado.

   En 1987, el informe “Nuestro Futuro Común”, mejor conocido como informe Brundtland, dio a conocer la que es sin duda la definición más aceptada del término “desarrollo sustentable”, como “la capacidad del sistema humano para satisfacer las necesidades de las generaciones actuales sin comprometer los recursos y oportunidades para el crecimiento y desarrollo de las generaciones futuras.”

   Pero uno de los cambios más significativos en el paradigma de la sustentabilidad se relaciona justamente con qué se entiende hoy por crecimiento y desarrollo, qué significado le damos a la palabra ‘progreso’. Está transformándose el ideal de bienestar, la manera de relacionarnos con la naturaleza y con otros seres humanos, la forma de determinar las prioridades de comunidades y países.

   Y ello ocurre en buena medida porque el desarrollo económico no trajo bienestar ni justicia para todas y todos, porque la revolución verde incrementó exponencialmente la producción de alimentos, pero no acabó con el hambre y la desnutrición de miles de millones de personas en el mundo. De ahí que al hablar de sustentabilidad, se vuelva tan necesario adjetivarla: socialmente justa, económicamente equitativa y ambientalmente responsable.

   Este cambio de paradigma se ha reflejado en un cambio de valores y hábitos de muchos ciudadanos por todo el planeta, así como su exigencia de hacer posible un mundo en el que quepan muchos mundos y todas las especies. Es el tránsito de hablar de sistemas de desarrollo humano a sistemas socioecológicos complejos, e intentar comprenderlos desde la multidisciplina.

   Es también el paso entre medir el PIB para saber si un país progresaba, a medir el Índice de Desarrollo Humano, a establecer las Metas del Milenio y los nuevos Objetivos de Desarrollo Sostenible.

   Tampoco es que todo sea miel sobre hojuelas, somos testigos de una oleada de neo- extractivismo que está, literalmente, haciendo hoyos gigantescos en la naturaleza de algunas regiones para las industrias mineras, petroleras y forestales, desplazando ecosistemas, comunidades, culturas y conocimientos invaluables.

   Pero frente a esto, también es un momento de auge de los movimientos que han inspirado el concepto de “ecologismo de los pobres” del Dr. Joan Martínez Alier, o las ideas del “bien común” y el “buen vivir”, de la cooperación y de la conciencia global acerca de la necesidad de proteger nuestro hogar en el espacio.

   Es la manera en que hemos llegado al consenso científico de que el cambio climático es inequívoco y ha sido provocado, en mayor medida, por la acción humana, multiplicando los esfuerzos por reducir las emisiones globales en una carrera contra el tiempo. O la forma en que se actuó a nivel internacional para frenar la destrucción de la Capa de Ozono, una de las primeras y más alentadoras acciones globales que han ocurrido a favor del planeta.

   En la UNAM, esta transformación se refleja en las 12 nuevas licenciaturas de temas ambientales que se abrieron en los últimos años y de las cuales egresarán jóvenes profesionistas con una visión más holística de nuestra relación con el planeta y con ganas, conocimientos y herramientas para mejorar al mundo.

   Desde ése cambio de mentalidad la máxima casa de estudios impulsó el surgimiento del Laboratorio Nacional de Ciencias de la Sostenibilidad, el LANCIS, el Centro de Ciencias de la Complejidad, el C3, transformó centros a Institutos de Investigación en Energías Renovables y de Investigaciones en Ecosistemas y Sustentabilidad, y bueno, impulsó el surgimiento de un programa enfocado al desarrollo de estrategias para la sustentabilidad.

   El PUMA puso su granito de arena para esta evolución que, a su vez, le cambió los objetivos, amplió su panorama, le aguzó la vista y lo transformó. Así que aquí seguimos, pero somos otros, esperamos que mejores y más útiles para todo lo que viene.

Editorial del Programa Universitario de Estrategias para la Sustentabilidad en el noticiario Primer Movimiento de Radio UNAM, emisión del martes 20 de octubre de 2015.
Mireya Imaz, Marjory González. 2015, PUES-UNAM. México.

(Se autoriza la reproducción citando la fuente).

martes, 3 de noviembre de 2015

Fauna invasora vs. fauna nativa: el caso de los gatos en Australia

Peludos incómodos :(
Hoy vamos a tocar un tema polémico pero que resulta importante al hablar de estrategias de conservación de la biodiversidad.
 
   El Gobierno de Australia anunció en junio de este año un plan para matar a 2 millones de gatos ferales para el año 2020, medida que generó una ola de indignación entre organizaciones protectoras de animales y de celebridades como Brigitte Bardot o el cantante Morrisey, a quienes el gobierno Australiano contestó de manera formal.
 
    De acuerdo con Gregory Andrews, comisionado para especies amenazadas, el sacrificio no es parte de un cruel programa de fanáticos anti-gatos. En Australia, los gatos ferales, que fueron introducidos en aquel continente por los primeros colonos europeos, se han convertido en una gran amenaza para la vida silvestre nativa.

   Se calcula que los gatos asilvestrados son responsables de la extinción de al menos 27 mamíferos australianos, como el bilbi menor (Macrotis leucura), el bandicoot del desierto (Perameles eremiana) y el ratón orejón saltarín (Notomys macrotis).

   El gobierno australiano considera que al menos 124 especies endémicas están en inminente peligro de extinción debido a la depredación.

   El problema es gigantesco, pues se calcula que existen al menos 20 millones de gatos ferales en Australia, y que cada uno de ellos es capaz de matar unos cinco animales por día. Así que la medida abarcaría el 10 por ciento de su población.

   A escala global y de acuerdo con la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza, la IUCN por sus siglas en inglés, los gatos salvajes son responsables de al menos 14 por ciento de las extinciones de especies de aves, mamíferos y reptiles que habitan en las islas, y son la principal amenaza para el 8 por ciento de las aves, mamíferos y reptiles cuyas poblaciones se encuentran en estado crítico, lo que los ha llevado a estar en la lista de las 100 especies invasoras más dañinas a nivel mundial, publicada por la misma organización.

   Pero ¿por qué ocurre el fenómeno de las especies invasoras?

   Una especie se considera invasora cuando convergen dos factores: que se le introduzca en un hábitat al que no pertenece y que sea capaz de provocar un daño ambiental, económico o a las personas. Las especies invasoras suelen competir de manera tan exitosa contra las nativas, que las desplazan, dislocando importantes procesos ecosistémicos.

   El que un organismo se convierta en invasor tiene que ver, de acuerdo con la CONABIO, con las características intrínsecas de la especie, las particularidades de la introducción, las rutas de invasión así como el tipo y el estado en el que se encuentra el ecosistema invadido.

   Australia en particular posee cientos de especies endémicas debido a su aislamiento, luego de su separación del súper continente Gondwana, hace 165 millones de años, que abarcaba también a las actuales India y Antártida. En general, las especies nativas de islas están en mayor peligro ante las especies invasoras, pues evolucionaron de manera altamente especializada.

   ¿Qué hacer frente a estas invasiones?

   Los países que han ratificado el Convenio sobre Diversidad Biológica (CBD) deben dar cumplimiento al artículo 8, el cual establece que, en la medida de lo posible, cada parte impedirá que se introduzcan, controlará o erradicará las especies exóticas que amenacen a ecosistemas, hábitats o especies.

   En México existe actualmente un programa de erradicación del Pez León, que como ya hemos mencionado en este espacio, se introdujo hace una década al Caribe desde algún acuario de Miami, luego del paso de un huracán, y se ha convertido en una plaga que recién fue detectada ¡hasta las costas de Brasil!

   Entonces ¿las medidas en Australia contra los gatos ferales son correctas?

   Un artículo publicado en el blog de Scientific American por Hanna Waters en 2013 señala que, de acuerdo a toda la evidencia científica disponible, los gatos ferales en Australia no pueden tener un destino diferente al del Pez León en México, por sencillas razones: sería casi imposible esterilizar a los 20 millones de felinos asilvestrados de aquel continente, o siquiera a los dos millones que considera el proyecto del gobierno Australiano.

   Y es que la fertilidad del gato es tan alta -una sola hembra puede tener 3 camadas de 4 ó 6 gatitos cada año- que con sólo un pequeño porcentaje de la población en estado reproductivo puede compensar la tasa de mortalidad natural. Los programas de captura-esterilización-reintroducción no son costeables comparados con la eutanasia, aún con la participación de voluntarios, al menos para el caso Australiano, debido a sus dimensiones. Al final, el tema es qué consideramos más importante, si el bienestar de una especie individual (humanos o gatos) o la salud de los ecosistemas en su conjunto.

   Para el caso mexicano, no está de más insistir que necesitamos cambiar la cultura de los dueños de mascotas, esterilizar, adoptar y comprometerse a cuidar a perros y gatos hasta el término de su vida es nuestra responsabilidad, tanto por el bien de estos animales, como por el bienestar de cientos de otras especies que tienen el mismo derecho a vivir que los humanos o sus peludos acompañantes.

Editorial del Programa Universitario de Estrategias para la Sustentabilidad en el noticiario Primer Movimiento de Radio UNAM, emisión del martes 3 de noviembre de 2015.
Mireya Imaz, Marjory González. 2015, PUES-UNAM. México.
(Se autoriza la reproducción citando la fuente).