El cambio climático es uno de
los riesgos más significativos para los sitios considerados patrimonio mundial,
según el informe "Patrimonio
Mundial y Turismo en un clima cambiante"[1], publicado el pasado 26 de
mayo por la UNESCO.
El informe enumera 31 sitios
del patrimonio natural y cultural de
la humanidad que se consideran vulnerables ante “el incremento de las
temperaturas, el derretimiento de glaciares, el aumento en el nivel del mar, la
intensificación de los fenómenos climáticos, las sequías y la exacerbación de
las temporadas de incendios forestales”.
La UNESCO documenta el impacto
climático para sitios emblemáticos como Venecia, Stonehenge y las Islas
Galápagos, la ciudad de Cartagena en Colombia, el Parque Nacional de Shiretoko
en Japón o los monolitos de la Isla de Pascua.
Casualidades de la vida, la
presentación del informe coincidió con una temporada de intensas lluvias que
provocaron severas inundaciones en Francia y Alemania[2], en especial en París, las
cuales obligaron a los encargados del Louvre a proteger las obras de arte que
se guardan en los sótanos.
Como París ya se ha inundado
de manera similar, es arriesgado afirmar que ésta situación particular se deba
al cambio climático, aunque expertos como Laurens Bouwer, director del
Instituto de Estudios Ambientales de Holanda, señala que el escenario “se ajusta
al patrón que esperamos con el calentamiento global, en el que veremos un
incremento en las temperaturas y mayores precipitaciones”[3].
El estudio de la UNESCO se
suma a otros tantos que se han dado a conocer en años recientes y que buscan
llamar la atención acerca de las consecuencias inminentes del cambio climático
global, como el publicado a finales de 2013 por la Universidad de Hawai en
Manoa, el cual se tradujo en un mapa publicado por el Washington post que muestra las Ciudades que verán más afectadas
por el cambio climático durante este siglo.
El título del estudio, que
podríamos traducir como "La fecha prevista en que nos despedimos de la presente variabilidad climática", se publicó en la revista Nature y proporciona un cálculo del año
en el que el clima de un lugar determinado en la Tierra cambiará significativamente
respecto de los registros disponibles de los últimos 150 años.[4]
Empleando los datos de
temperatura de 1860 a 2005 como línea base, los científicos describieron el
punto en el cual la temperatura promedio anual del año más frío posterior a 2005, resulta más caliente que la temperatura promedio de cualquier año previo al
2005.
Es decir, el momento en que el año más frío del futuro es más caliente que cualquier año del
último siglo y medio.
En el caso de las grandes
metrópolis, la Ciudad de México resulta uno de los sitios que más rápido alcanza
el punto de quiebre, tan pronto como en 2031. Otros ‘puntos calientes’ del mapa
continental son Kingstone, Georgetown y Bogotá. Las ciudades de Phoenix y
Santiago alcanzarían dicho indicador antes de 2043.
Lo cierto es que ya estamos
viviendo cambios sin precedentes en las temperaturas y el clima del planeta. De
acuerdo con datos de la NASA, el pasado mes de abril fue el más caliente delque se tenga registro a nivel global, y el doceavo mes al hilo que rompe los
récords globales de temperaturas.[5]
En total, este abril se desvió
de la gráfica de la temperatura global 1.11 grados centígrados por encima de la
media de 1951 a 1980.
Falta ver qué tal nos fue en
mayo, pero todo apunta a que el 2016 será el año más caliente del que se tenga
registro y, probablemente, por el mayor margen jamás observado.
Así las cosas, la posibilidad
real de que un personaje como Donald Trump llegue a encabezar la presidencia
del país más poderoso e influyente del planeta resulta escandalosa y muy, muy
peligrosa.
No en balde el premio Nobel de
Economía, Paul Krugman, escribió este 4 de junio en el diario El País “Nos
encontramos en un momento peculiar en lo relativo al medio ambiente, un momento
de temor y esperanza al mismo tiempo. Las previsiones sobre el cambio climático son peores que nunca, si las
políticas actuales siguen como hasta ahora, pero la perspectiva de que nos
alejemos de la senda de la destrucción nunca había sido tan real. Todo depende
de quién acabe ocupando la Casa Blanca durante los próximos años.”[6]
Las acciones individuales se
quedan cortas ante la necesidad de actuar en colectivo y de forma organizada
por el ambiente. El voto, en este caso de los estadounidenses, puede volverse
una de las acciones colectivas más contundentes a favor, o en contra del
ambiente planetario.
Editorial del Programa Universitario de Estrategias para la Sustentabilidad del martes 7 de junio en Primer Movimiento, noticiario matutino de Radio UNAM, 96.1 de fm
Mieya Imaz & Marjory González, 2016. Se permite la reproducción citando la fuente.
[1] http://www.unesco.org/new/en/media-services/single-view/news/new_report_shows_world_heritage_icons_at_risk_from_climate_change/#.V1SQ6fnhDX5
[2] http://www.climatesignals.org/headlines/europes-floods-come-no-surprise
[4] http://www.nature.com/nature/journal/v502/n7470/full/nature12540.html
https://manoa.hawaii.edu/news/article.php?aId=6034
http://www.soc.hawaii.edu/mora/PressRoom.html
[5] https://weather.com/news/climate/news/record-warmest-april-earth-2016
[6] http://economia.elpais.com/economia/2016/06/03/actualidad/1464956325_612858.html