viernes, 23 de octubre de 2015

"El Niño" desatado

Hace un par de semanas el Servicio Nacional de Meteorología de Estados Unidos anunció que el fenómeno climático de El Niño de 2015 tiene altas posibilidades de volverse uno de los más potentes de los que se tenga registro, lo que resultaría en sequías extremas, inundaciones, un invierno más lluvioso e intenso, dependiendo de la zona del planeta de la que estemos hablando. 

   El cambio climático estaría forzando las condiciones para un fenómeno de El Niño particularmente intenso, uno de los más fuertes desde 1950, de acuerdo con la Organización Meteorológica Mundial. Pero ¿en qué consiste El Niño y por qué viene con tanta fuerza?

   Para entender este fenómeno es importante decir que los océanos desempeñan un papel crucial en la regulación del clima del planeta. El sol calienta su superficie y una parte de esta energía térmica se disipa en la atmósfera gracias a la evaporación del agua. Esta transferencia de energía impulsa la circulación atmosférica, genera corrientes a medida que el agua se mueve a través de la atmósfera en forma de vapor, y finalmente se condensa y cae como precipitación. A lo largo del Océano Pacífico ocurre uno de los fenómenos climáticos más importantes de la Tierra, debido a su capacidad para cambiar la circulación atmosférica global, llamada El Niño- Oscilación del Sur, o ENSO por sus siglas en inglés. 

   ENSO tiene tres estados, " El Niño " y " La Niña ", que requieren ciertos cambios tanto en el océano y la atmósfera, así como un estado Neutral que ocurre entre uno y otro. Este fenómeno no se presenta de manera periódica, sino de forma irregular, en intervalos de tiempo de entre 2 a 7 años. La fase caliente es El Niño y la fase fría, La Niña. ¿Qué es lo que ocurre? Normalmente, los vientos soplan en forma constante de este a oeste a través del Océano Pacífico, empujando el agua del océano calentada por el sol, en dirección a Indonesia y Australia. Estos vientos empujan tanta agua que el nivel del mar cerca de la costa de Indonesia se encuentra por arriba del nivel en la costa de Ecuador. Aguas más frías en América del Sur ocupan el lugar de las aguas cálidas que van rumbo a Asia, emergiendo en las costas de América del Sur. Esta agua más fría trae consigo temperaturas menores y nutrientes, que benefician a la vida marina cerca de la superficie.

   Ahora bien, durante el ciclo de El Niño las cosas ocurren en el sentido contrario, el agua caliente bajo la superficie del océano Pacífico tropical se levanta y se desplaza hacia el este, a lo largo del Ecuador y llega a la costa de América del Sur. Esta pluma de agua cálida provoca que los vientos alisios se debiliten y disminuyan su velocidad, produciendo lluvias intensas e inundaciones en las zonas alrededor del Ecuador, así como sequías e incendios en Australia e Indonesia. El Niño impacta a nivel global los patrones de temperatura, humedad y precipitaciones.

   Y este año parece que el chamaco viene desatado, pues cada vez hay mayor consenso entre los científicos acerca de que El Niño podría alcanzar, o hasta superar, las dimensiones del que se registró entre 1997 y 1998, el cual provocó inundaciones y sequías a escala planetaria. De hecho, fue el peor año de incendios en México.

   Las consecuencias no necesariamente serán idénticas o similares, pues cada El Niño es único, producto de las condiciones en el océano y la atmósfera, del clima y el tiempo particulares de un lugar y un tiempo determinado. La Administración Nacional Oceánica y Atmosférica de Estados Unidos, la NOAA, en un comunicado del 10 de septiembre señaló que existe una probabilidad superior al 90% de que El Niño se prolongue a lo largo de este invierno en el hemisferio norte y aún, que continúe durante la primavera del 2016.

   Además el informe señala que este El Niño probablemente contribuirá a que la temporada de Huracanes sea menor de lo normal en el Atlántico, pero más fuerte en las cuencas del centro y este del Pacífico. También significa que lloverá más en la costa oeste de Sudamérica, pero que en el sur de Asia y Australia, que usualmente son lluviosos, habrá sequías prolongadas.

   Pero El Niño no sólo altera el clima y el tiempo. Representa una amenaza a gran escala para los arrecifes de coral, pues la elevación de las temperaturas de los mares tropicales mata a estos organismos en un fenómeno que se ha denominado ‘blanqueo’ del coral. El Niño de 1998 blanqueó al 16% de los corales del mundo, la mayor mortandad jamás observada, algunas de estas regiones jamás se recuperaron.

   Además, las aguas superficiales más cálidas en el Pacífico occidental ahuyentan a los peces de aguas frías, en las que descansa la mayor parte de la industria pesquera de gran parte de Latinoamérica. A decir de Wenju Cai, Simon Borlacey otros autores quienes publicaron un artículo al respecto en la revista Nature Climate Change en 2014, los modelos climáticos indican que si bien no es probable que aumente la cantidad de fenómenos de El Niño, las probabilidades de que ocurra un súper El Niño se han duplicado debido al calentamiento global. En realidad, los expertos señalan que estamos entrando en terreno desconocido, David Carlson, jefe del Programa de Investigación del Clima de la OMM, declaró para el Diario El País que este EL Niño es completamente distinto del de 1998 en un punto: el actual está ocurriendo bajo nuevas condiciones influidas por el cambio climático. “El mundo ha cambiado mucho”, y las condiciones creadas por el deshielo Ártico, la pérdida de hielo en el hemisferio Norte y las altas temperaturas que están rompiendo récords están coincidiendo por primera vez con El Niño.

Editorial del Programa Universitario de Medio Ambiente en el noticiero Primer Movimiento de Radio UNAM, emisión del martes 15 de septiembre de 2015.
Mireya Imaz, Marjory González. 2015, PUMA-UNAM. México.
(Se autoriza la reproducción citando la fuente).
 

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