martes, 16 de diciembre de 2014

La crisis global de los polinizadores


Desde hace una par de décadas y por todo el planeta, se ha registrado uno de los fenómenos más inquietantes dentro de la amplia gama de problemas ambientales que padecemos: la crisis de polinizadores.

   Por ejemplo, tenemos el caso de lo que se denomina ya como ‘desorden de colapso de la colonia’ o CCD, por sus siglas en inglés, en el que las abejas mueren al abandonar los panales durante el invierno. Diversos estudios, entre los cuales podemos mencionar los de la escuela de salud pública de Harvard, apuntan a cierto tipo de insecticidas, los neonicotinoides, como la causa principal de este errático comportamiento que lleva a la muerte a colonias enteras.

   Es importante señalar que el declive de polinizadores no sólo se está presentando entre las poblaciones de abejas, se ha documentado que diversos polinizadores están en riesgo en todo el mundo, ya sean insectos, aves o murciélagos, muy probablemente como parte de la sexta gran extinción, que describen estudios como el Global Environment Outlook publicado en el 2006 por el programa de naciones unidas para el medio ambiente. 

   La desaparición de las poblaciones de polinizadores, además de ser un problema por sí misma, puede implicar la pérdida de biodiversidad de muchas otras especies de plantas y animales, en un alarmante efecto dominó.

   La polinización, si recordamos nuestra biología de secundaria, es la transferencia de polen desde los órganos masculinos de una flor hacia los órganos femeninos para fecundarla. Este proceso es fundamental para la producción de frutos y semillas y lo realizan insectos, aves y mamíferos como los murciélagos, en su búsqueda de néctar, polen u otros beneficios.

   La polinización es de vital importancia para nuestros ecosistemas y por tanto para las sociedades humanas. De acuerdo con datos de la FAO en el estudio “Conservación y manejo de polinizadores para la agricultura sostenible”, del 2004, se calcula que unas 100,000 especies de insectos, aves y mamíferos son claves para la reproducción sexual del 90% de las plantas con flores del mundo.

   La polinización, entonces, es un tema clave para la seguridad alimentaria. Las abejas facilitan la producción de 87 de los 115 cultivos más relevantes para consumo humano, contribuyendo al 35% de la producción mundial de alimentos, como lo señala la hoja de hechos sobre el reto económico por el declive de las poblaciones de polinizadores, que publica este 2014 la propia oficina de prensa de la Casa Blanca.

   Así, resulta que sin polinizadores, se volvería muy costoso, quizás imposible, producir aguacates, frijoles, jitomates, tomates, almendras, nueces, chiles, cacao, calabazas, ciruelas, mangos, manzanas, vainilla y un muy largo etcétera.

   Es especialmente preocupante la pérdida de las especies de abejas, tanto silvestres como domesticadas, pues se calcula que cerca del 75% de la vegetación mundial es polinizada por estos insectos.

   En Estados Unidos, las colonias de abejas domesticadas han decrecido desde 1950, cuando había unas 6 millones, a 2 millones y medio para el 2007, de acuerdo con un estudio del PNUMA del 2010 titulado Trastornos globales en las colonias de abejas y otras amenazas a los insectos polinizadores.

   Además, entre otros insectos, así como en aves y mamíferos polinizadores, la situación tampoco es buena, por ejemplo, las mariposas se encuentran amenazadas debido a la modificación del uso de los suelos y a la intensificación de la agricultura, y algunas especies están ya en peligro de extinción. Un caso icónico para nosotros es el de las mariposas monarca, que en el invierno de 2013 registró los niveles más bajos reportados, con un riesgo inminente de colapso. Así mismo, se reportan extintas 45 especies de murciélagos, 36 especies de mamíferos no voladores, 26 especies de colibríes y otras 77 especies de aves, de acuerdo con el este reporte de la FAO.

   Las razones del declive en las poblaciones de polinizadores son variadas, pero están conectadas, directa o indirectamente, con la actividad humana: deforestación, cambios de uso del suelo, uso de pesticidas y agrotóxicos, pérdida y fragmentación del hábitat, calentamiento global, reducción en la diversidad de flores y, en el caso específico de las abejas, se suma el ataque de competidores como la abeja africana, así como de diversos virus y parásitos, entre los que destaca el ácaro Varroa destructor.

   Pero, como con la mayoría de los temas ambientales, el origen del problema es multifactorial en el que se suman fallas en una compleja red, la red de interacciones entre polinizadores y su entorno.

   Por ejemplo, en ecosistemas alterados se puede favorecer el desarrollo de parásitos que afectan tanto a las poblaciones de polinizadores domesticados como a las poblaciones silvestres.

   Aunque ya existen esfuerzos internacionales por documentar y medir el problema y entender su origen, como el estudio Pan-Europeo realizado en 2013 por la Comisión Europea, aún nos falta información científica sobre las necesidades de polinización de las plantas, la dinámica de las poblaciones de los polinizadores y las interacciones entre unas y otros. 

   Sin embargo, medidas como la conservación del hábitat y de la biodiversidad, la eliminación del uso de plaguicidas y herbicidas en la agricultura y en general, el cambio del modelo actual de producción agrícola, químicamente intensivo y basado en monocultivos, hacia modelos agroecológicos, sin duda mejorará la situación de las poblaciones de polinizadores en el planeta.

   Aquí sí, no hay vuelta de hoja, los cambios son indispensables y urgentes porque un mundo sin abejas, o más aún, un mundo sin polinizadores, es, sencillamente, inimaginable.

* Editorial ambiental de Mireya Ímaz en el programa Primer Movimiento de Radio UNAM, emisión del 16 de diciembre de 2014.

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