martes, 2 de diciembre de 2014

Editoriales Ambientales 2014

En esta ocasión queremos abordar el tema de los servicios ambientales o ecosistémicos, qué son, porqué importan y cómo la actividad humana interviene en ellos.

   El tema es muy importante porque en ocasiones no se comprende que los daños ambientales pueden ocasionar mucho más que la pérdida de una especie o la contaminación de un sitio específico. Dado que los elementos que componen a un ecosistema están interconectados entre sí, así como con otros ecosistemas, el daño ambiental muchas veces se disemina en los diferentes niveles y componentes de uno o más sistemas, aunque no resulte evidente para nosotros, de ahí la importancia de entender y valorar su funcionamiento.

   Los servicios ambientales son los diversos beneficios que las personas obtenemos del entorno natural. Algunos nos resultan más obvios que otros, como la provisión de agua y aire limpios, o de alimentos sanos, pues son los principales requerimientos para vivir.

   Ahora bien, existen otros servicios igual de importantes, como la protección contra la erosión, los huracanes, el control de plagas o la recreación. Sin duda, existe una estrecha relación entre la calidad de los servicios ambientales y la calidad de vida de las poblaciones humanas.

   El concepto de servicios ambientales o ecosistémicos es antropocéntrico, es decir, está basado en las necesidades humanas, en buena medida se originó con el fin de aumentar el interés del público y de los gobernantes en la conservación de la biodiversidad, de acuerdo con algunos de sus principales impulsores, como Walt Westman, Paul R. Ehrlich y Rudolf de Groot.

   La idea se comienza a construir en el ámbito académico en la década de los 70´s del siglo pasado, con el fin de medir las funciones de los ecosistemas desde una perspectiva de “servicios” para la humanidad. En la década de los años 90’s se desarrolló además el interés en los métodos  que permiten estimar el valor económico de estos servicios.

   A principios del nuevo siglo, la ONU coordinó la Evaluación de los Ecosistemas del Milenio, esta es una síntesis internacional del estado de los ecosistemas de la Tierra, que busca dar bases científicas sobre las consecuencias de los cambios en los ecosistemas provocados por las actividades humanas, ese trabajo está dirigido, especialemente, a las y los tomadores de decisiones.

   Este estudio contribuyó a instalar la idea de los servicios ecosistémicos en la agenda política y científica a nivel mundial.

   Los servicios ambientales fueron agrupados en 4 servicios: de soporte, de provisión, de regulación y servicios culturales.

   Los servicios de soporte son los básicos, aquellos que mantienen los procesos de los ecosistemas y que permiten, a su vez, la provisión de todos los demás, como el mantenimiento de la biodiversidad, el ciclo del agua, los ciclos de los nutrientes y la producción primaria, es decir, la producción de biomasa que realizan los organismos fotosínteticos como plantas y algas.

   Los de provisión son recursos tangibles y finitos, como los productos de madera ó la producción de comida. Por dar un ejemplo, la FAO, en un estudio del 2010,señala que el 53 % de las pesquerías están explotadas a su máxima capacidad, y que el 32% están sobreexplotadas  o agotadas,. Según dicho organismo, al menos 12% de la población mundial, depende de la pesca y la acuicultura para su subsistencia.

   Los servicios de regulación mantienen las condiciones del ambiente, como el clima, a al que, por ejemplo, contribuyen de manera muy relevante los océanos, también podemos mencionar el control de la erosión o de las inundaciones, para los que son fundamentales los bosques, selvas y manglares, entre otros.

   Finalmente, los servicios culturales dependen del contexto socio-cultural y son producto de percepciones individuales o colectivas, como la belleza de un paisaje, o el árbol más frondoso de la plaza de un pueblo.

   En la actualidad el concepto servicios ecosistémicos tiene mayor influencia en la toma de decisiones de algunos gobiernos y forma parte de las reivindicaciones de algunas comunidades, en especial campesinas e indígenas, que buscan el reconocimiento de sus acciones y saberes en el mantenimiento del patrimonio natural de la humanidad.

   Estos servicios pueden ser valorados de forma económica para comprender y estimar los beneficios que ofrecen. Esta valoración se ha planteado como una estrategia viable para promover la conservación, pues resulta una forma práctica de presentar el costo del daño ambiental ante políticos y tomadores de decisiones.

   Por ejemplo, se calcula que los daños ambientales le cuestan a México el equivalente al 6.3% de su Producto Interno Bruto (PIB), de acuerdo con datos del INEGI de este año. Mientras que el ingreso generado por la Agricultura, ganadería, aprovechamiento forestal, pesca y caza aportó sólo el 3% del PIB. Digamos, nos sale mas caro, casi el doble, remediar que producir…

   Por otro lado, autores como Joan Martínez Alier, William Rees y Morgan Robertson, nos advierten que enmarcar a los ecosistemas y las preocupaciones ambientales en una visión utilitarista y en estrategias de mercado está contribuyendo a modificar la forma en que los seres humanos perciben y se relacionan con la naturaleza, lo que a la larga puede ser contraproducente para los fines de la conservación.

   Ciertamente el tema es muy extenso y polémico, así que iremos comentando algunos ejemplos durante las próximas semanas.

*Editorial ambiental de Mireya Ímaz en el programa Primer Movimiento de Radio UNAM, emisión del 2 de diciembre.


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