lunes, 9 de febrero de 2015

Regresan las Monarcas

¡Buenas noticias para nuestros lectores acerca de la mariposa Monarca!

   De acuerdo con un  informe conjunto de SEMARNAT, CONANP y el Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF, por sus siglas en Inglés) presentado el pasado 27 de enero, la superficie boscosa que ocupan las colonias de la Monarca al arribar a México aumentó 69% respecto del año pasado.

   Estas son buenas nuevas porque en los últimos años se habían registrado mínimos históricos de la superficie forestal donde se alojan las colonias de este insecto, y esta es una medida indirecta del número de mariposas que arriban a nuestro país.

   De acuerdo con el reporte del WWF, al inicio de la temporada de migración -que comenzó en noviembre de 2014 y se prolongará hasta marzo de este año- se registraron 9 colonias de hibernación de mariposas Monarca, tres en Michoacán y otras seis en el Estado de México, ocupando poco más de una hectárea de bosque.

   Esta superficie representa un incremento importante respecto del 2013, cuando sonaron las alarmas porque las colonias apenas abarcaron 0.62 hectáreas, de acuerdo con el mismo informe. Baste decir que en 1995 llegaron a ocupar 18 hectáreas de bosques para darse una idea de cuánto ha disminuido su territorio.

   La migración de la Monarca es una de las más espectaculares de la naturaleza. Millones de estos pequeños insectos recorren 4,200 kilómetros desde Canadá hasta el centro de México para pasar el invierno en los bosques de oyamel, pino, pino-encino y cedro. Parece increíble que un ser aparentemente tan frágil vuele esa distancia.

   Pero aún es más impresionante si tomamos en cuenta su ciclo de vida: como adultos, las Monarca viven cuatro o cinco semanas. Sin embargo, una de las maravillas de ésta especie es la llamada “generación Matusalén”: al acercarse el otoño en Canadá y Estados Unidos, nace una generación especial. A diferencia de sus padres, abuelos, bisabuelos y tatarabuelos, la generación migratoria vivirá siete u ocho meses. En comparación, si nuestro promedio de vida fuera de 75 años, una “generación Matusalén” humana viviría 525 años.

   Esto quiere decir, además, que las Monarca que viajan a México nunca han estado aquí. Cómo encuentran el camino hacia el sur para llegar a los santuarios donde se reproducen y cómo se orientan para regresar es todavía un tema de investigación; probablemente se deba a una compleja combinación de patrones de vuelo heredados, asociados a los ritmos circadianos o biológicos de la especie y la posición del sol en el cielo, de acuerdo con un estudio de Christine Merlin y Robert J. Gegear publicado en el 2009 en la revista Science.

   La nueva generación nacerá en el norte en zonas abiertas como pastizales y campos de cultivo, en donde crecen las Asclepias o algodoncillo, la única planta de la cual se alimentan.

   Vale la pena subrayar que conocemos la dinámica de esta migración gracias a un monitoreo ciudadano. El zoólogo canadiense Fred Urquhart y su esposa Nora investigaron durante 40 años a las Monarca, reuniendo a miles de voluntarios para poner minúsculas etiquetas en las alas de las mariposas y así poder documentar su ruta migratoria.

   Hablando de las causas que afectan a las poblaciones de esta maravilla natural, estas son diferentes dependiendo del país. En Estados Unidos y Canadá la amenaza mayor es la pérdida de las Asclepias, debida al uso de herbicidas e insecticidas y a la reducción de hábitat por el desarrollo urbano, aunque es probable que también se deba a la introducción de cultivos transgénicos que han probado ser muy dañinos para las Monarca (al menos en laboratorio, de acuerdo con la página electrónica de CONABIO).

   En México, las principales amenazas son el deterioro de los sitios de hibernación debido a la tala ilegal y la pérdida de bosques que se convierten en campos de cultivo. A esto se suman las condiciones climáticas extremas en los tres países.

   Para protegerlas existen diversas iniciativas en los  tres países por cuyo territorio viajan estos sorprendentes insectos, por ejemplo, México incluyó los santuarios de hibernación en una Reserva de la Biosfera, y desde 2008 fueron declarados Patrimonio Natural de la Humanidad por la UNESCO.

   Pero sin duda las medidas más importantes tienen que ver con la restauración de los bosques, por una parte, y de las condiciones de vida de las comunidades campesinas que los habitan. De acuerdo con el reporte que citamos al principio, las autoridades ambientales mexicanas, junto con diversas organizaciones ambientalistas y empresarios, han impulsado la creación de viveros comunitarios y negocios sustentables de ecoturismo, producción de hongos y artesanías, además de fortalecer los programas de vigilancia comunitaria y ejidal.

   Ojalá que este tipo de proyectos tengan cada vez mayor impulso, pues sin bienestar para las comunidades campesinas no será posible la conservación de las mariposas Monarca y, al mismo tiempo, la conservación de este fenómeno migratorio es clave para el bienestar de las comunidades humanas que habitan cerca de sus santuarios. Así funciona la sustentabilidad.

* Editorial del Programa Universitario de Medio Ambiente en el noticiero Primer Movimiento de Radio UNAM, emisión del 3 de febrero de 2015.
Mireya Ímaz, Marjory González. 2015, PUMA-UNAM. México.
(Se autoriza la reproducción citando la fuente).

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