martes, 10 de febrero de 2015

Vida extrema en la Antártida

Pez subglacial
Hoy vamos a hablar sobre diversos descubrimientos de nuevos organismos en las heladas aguas de la Antártida que han sorprendido a la comunidad científica en los últimos años, y que son un botón de muestra de cuánto nos falta por conocer y comprender acerca de las complejas dinámicas de los ecosistemas y los seres vivos que habitan nuestro planeta, aún en sitios tan inhóspitos como éste continente, en el cual la temperatura promedio del mes más cálido no supera los 0º Celsius.

   Estas condiciones ambientales difíciles se reflejan en la biodiversidad, así, por ejemplo, hay mayor presencia de especies de hongos, líquenes y algas que de plantas, la fauna es escasa sobre la plataforma continental, aunque es más abundante en los mares que la rodean, donde son características las medusas, lobos marinos, focas, peces y, por supuesto, los pingüinos.

   Sin embargo, todos estos seres vivos viven sobre los hielos antárticos y en la superficie marina, de manera que encontrar organismos a grandes profundidades debajo del hielo era algo que casi nadie esperaba, pero justo esto fue lo que encontró un grupo de investigadores de diversas universidades de Estados Unidos financiados por la Fundación Nacional para la Ciencia de ese país.

   El pasado 21 de enero en la revista Scientific American se dio a conocer el hallazgo de un complejo ecosistema en el lago subglacial Whillans, en una corriente de agua de mar, oculta bajo un techo de hielo de 740 metros de espesor -lo que le da su característica de subglacial- y cuyos habitantes pueden vivir completamente aislados de la luz solar y del aire de la superficie terrestre.

   Las y los investigadores -liderados por Slawek Tulaczyk- descubrieron un ecosistema acuático compuesto por peces y diversos invertebrados, usando un taladro de agua caliente para perforar el hielo y un pequeño robot submarino para captar las imágenes que se iban descubriendo.

   El lugar al que tuvieron acceso por vía remota, gracias al robot, tiene condiciones tan hostiles que los científicos esperaban encontrar solamente un poco de vida microbiana.

   Sin embargo, sorpresivamente, encontraron decenas de peces, crustáceos y otros organismos invertebrados marinos, viviendo muy lejos de la luz solar y del plankton, base de la cadena alimentaria en el mar.

   Este descubrimiento muestra un tipo de vida muy compleja y altamente especializada, hasta entonces desconocida, y que podría estar viviendo a lo largo y ancho de las vastas áreas debajo de hielo de la Antártida, que abarcan más de un millón de kilómetros cuadrados de fondo marino inexplorado.

   La investigación, además, genera nuevas preguntas como qué comen estos peces y de qué se alimentan en un ambiente donde la energía se gana con mucho esfuerzo.

   Por ejemplo, dos años antes, este mismo equipo perforó otra zona del lago, 100 kilómetros aguas arriba, y encontró un ecosistema que se alimenta de amonio, aunque en esa ocasión sólo hallaron microbios.

   Otro ejemplo de descubrimientos recientes de vida en condiciones extremas, ocurrió hace tres años también en la Antártida, mientras un grupo de científicos británicos, exploraba las comunidades que habitan alrededor de las ventilas hidrotermales, que son fisuras del piso oceánico de las que sale agua calentada geotérmicamente, es decir, por sitios volcánicamente activos en los que las placas tectónicas se están separando y dejan espacios por los que se filtra el agua oceánica.

Fauna de las ventilas hidrotermales
   Al calentarse el agua por su proximidad con el magma, se produce un géiser submarino con temperaturas mayores a 300°Celsius, que disuelve, a su paso los contenidos minerales de rocas de la propia corteza.

   Estos minerales le sirven a las bacterias presentes para fabricar sus propios alimentos a través de la quimiosíntesis y no de la fotosíntesis, porque en estos sitios, como ya mencionamos, no llega la luz. Así, en estos ecosistemas las bacterias son la base de la cadena trófica o alimenticia.

   Lo que descubrieron expertos de las Universidades de Oxford y Southampton en las ventilas hidrotermales de la Antártida, fueron nuevas especies de cangrejo yeti, estrellas de mar, percebes, anémonas y un pulpo, de acuerdo con la investigación publicada en el número de enero del 2012 de la revista PLoS Biology.

   También, se ha descubierto vida en las charcas estacionales formadas por la nieve fundida, donde recientemente Roberto Guidetti y Reggio Emilia de la Universidad italiana de Módena descubrieron ejemplares de tardígrados, también llamados "ositos de agua", en los musgos del lago del cráter Cirque, de acuerdo con un artículo publicado en la revista Discover en enero del año pasado.

"Ositos de agua"
   Estos diminutos animales, asombrosamente adaptados al frío antártico, pueden permanecer en vida latente al secarse las charcas, aún por varios años, y volver a la vida tan activos como si nada, en cuanto el deshielo trae agua nuevamente. Los tardígrados pueden entrar en un estado de animación suspendida conocido como criptobiosis, reduciendo el contenido de agua en su organismo de 85% hasta sólo 3%, y reduciendo su metabolismo varios años.

   El papel de estos organismos "extremos" -o que viven en ambientes extremos para nosotros- en el funcionamiento de nuestro planeta, es aún materia de estudio, pero lo que queda claro es que el planeta bulle de vida por todos sus rincones, y dado que sabemos que los ecosistemas están interconectados en formas complejas unos con otros, es muy importante que ayudemos a conservar las condiciones que sostienen la trama de la vida en nuestro planeta.

   Y como dato interesante, le compartimos que nuestro país protege estas particulares condiciones de vida en dos área naturales protegidas, las Ventilas Hidrotermales de la Cuenca del Guaymas y las de la Dorsal del Pacífico Oriental, localizadas en el Golfo de California y en el Pacífico Norte, respectivamente.

Editorial del Programa Universitario de Medio Ambiente en el noticiero Primer Movimiento de Radio UNAM, emisión del 10 de febrero de 2015.
Mireya Imaz, Marjory González. 2015, PUMA-UNAM. México.
(Se autoriza la reproducción citando la fuente).

No hay comentarios:

Publicar un comentario