martes, 3 de marzo de 2015

Agua, energía y alimento, un vínculo para el futuro

En esta ocasión les queremos platicar acerca de un estudio acerca del estrecho vínculo entre nuestras necesidades de energía, agua y alimentos y cómo dicho vínculo resulta estratégico si queremos construir sociedades sustentables y resilientes, además de explorar un poco cómo aplica en algunos de los escenarios de nuestro país.

   Pues bien, el estudio de Michael Webber, director del Instituto de Energía en la Universidad de Austin en Texas, publicado en la Revista Scientific American de febrero, reseña el caso de un apagón de grandes proporciones ocurrido en julio del 2012 en la India, el cual dejó sin electricidad a unas 620 millones de personas, es decir, 9% de la población del planeta.

   ¿Qué ocurrió? Una grave sequía desató una carambola de varias bandas, para empezar,  los bajos niveles de agua en las presas hidroeléctricas redujeron la producción de energía eléctrica. Por otro lado, los agricultores se vieron forzados a emplear más electricidad para bombear agua para sus cultivos desde una mayor profundidad. El resultado es que el sistema eléctrico colapsó dejando sin luz a una población mayor que la de toda Europa.

   Otra zona donde la demanda de agua para cultivos compite con la que se requiere para generar energía en la presa Hoover y la necesaria para uso municipal es la cuenca del Río Colorado, en California. En esa zona se produce la mitad de la todas las frutas y verduras que consumen los vecinos del norte, pero debido a temporadas récord de sequías y al continuo desarrollo de la zona, el caudal del río se ha reducido a un tercio de lo normal. El tema es tan grave que la empresa Edison apagó dos de sus reactores nucleares por falta de agua para enfriarlos. Y claro, eso significa menos energía eléctrica.

   Aunque está claro que la energía, el agua y los alimentos son los tres recursos críticos a nivel global, la forma en que están interconectados no suele reflejarse en las políticas públicas o la planeación de la infraestructura. El estudio señala la importancia de resolver los problemas relacionados con estos recursos a través de una aproximación integrada, en vez de insistir en resolverlos como problemas aislados.

   Estas interconexiones ocurren por todo el planeta. En México empleamos 77 % del agua que consumimos en agricultura y 5% en la generación de energía, una parte importante de la cual se emplea a su vez en refrigerar, transportar, almacenar y cocinar los alimentos cultivados.

   Como lo señala el artículo de Webber, una forma obvia de reducir los problemas en las tres esferas es evitando el desperdicio. En Estados Unidos, por ejemplo, el 25% de los alimentos van directo a la basura y con ellos, la energía y el agua empleados para producirlos.

   Aunque el artículo propone soluciones integradas basadas en tecnologías novedosas, como convertir grandes rascacielos urbanos en “granjas verticales” para producir alimentos, reutilizando el agua de los propios edificios, parece que el tema más importante está en la planeación de largo plazo de las ciudades y el cambio en los sistemas agrícolas.

   Por ejemplo: la ciudad de México importa 28% del agua que emplea del sistema Cutzamala y 12% del Lerma, que también le suministra electricidad. Así la mitad del agua que usamos proviene de otras cuencas y debe bombearse 2700 metros sobre el nivel del mar, usando grandes cantidades de energía. Pero 37% del agua se pierde en fugas y tomas clandestinas, con lo que se desperdicia tanto agua como energía.

   Además se ha permitido la urbanización de zonas agrícolas y bosques, ocupando el suelo de conservación que permite la recarga de los acuíferos y donde se cultivaban buena parte de los alimentos que consumían los capitalinos.

   La dependencia de fuentes externas de agua, energía y alimentos vuelve muy frágil y poco resiliente a la ciudad y la coloca frente a la repetición de escenarios como los que describimos en la India y California.

   Aunque la tecnología puede ayudar a encontrar soluciones integradas para esta problemática, lo más importante sería re-pensar los criterios de planeación urbana que han conducido a la situación actual y no seguirlos repitiendo, ni aquí ni en otras ciudades del país.

Editorial del Programa Universitario de Medio Ambiente en el noticiero Primer Movimiento de Radio UNAM, emisión del martes 3 de marzo de 2015.
Mireya Imaz, Marjory González. 2015, PUMA-UNAM. México.
(Se autoriza la reproducción citando la fuente).

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