jueves, 22 de enero de 2015

Apagón analógico, ¿apagón ambiental?

En días recientes se han publicado en periódicos nacionales algunos reportajes alrededor de una pregunta que nos parece de los más pertinente: ahora que México va a entrar de lleno a los sistemas de Televisión Digital en lo que se ha conocido como “apagón analógico”, ¿qué va a pasar con los millones de televisores que quedarán inútiles el 31 de diciembre de este año?

   El tema es de la mayor importancia ambiental, debido a los volúmenes de residuos electrónicos que ya se están generando y que se multiplicarán por este proceso de conversión.

   De acuerdo con el Programa de Trabajo para la Transición a la Televisión Digital Terrestre (TDT), 15.3 millones de hogares mexicanos dependen de la televisión analógica. El programa del gobierno federal para entrega de televisores digitales a familias de escasos recursos abarcará al menos el padrón de SEDESOL, que cuenta con 12.6 millones de hogares.

   Siendo conservadores, podría calcularse que por cada televisor entregado saldrá otro, el problema es ¿a dónde? Y eso sin contar a las familias que ya tienen un televisor digital pero conservan uno o más aparatos analógicos que dejarán de funcionar.

   Entre las líneas de acción del citado Programa, destaca que debe “establecerse un plan de manejo para los televisores analógicos desechados producto de la transición a la TDT que considere el acopio y reciclaje”, de acuerdo con su cronograma, dicho acopio debía implementarse a partir de marzo del 2014 para alcanzar una meta de 70% de aparatos reciclados en diciembre de este año.

   Sin embargo, dicho plan no se ha dado a conocer pues aparentemente se encuentra en elaboración, de acuerdo con los reportajes de Reforma, El Economista y El Universal. En contraste, la entrega de televisores nuevos sigue su curso.

   Pero ¿qué consecuencias puede traer para la salud humana y para el ambiente una disposición inadecuada de estos millones de aparatos?

   De acuerdo con el estudio Los residuos electrónicos en México y el mundo, publicado por el Instituto Nacional de Ecología y Cambio Climático en 2011, los residuos electrónicos contienen elementos potencialmente tóxicos como mercurio, plomo, cadmio, berilio, cromo y bario. Además, algunas sustancias utilizadas como retardantes de flama representen riesgos potenciales, particularmente los éteres bifenílicos polibromados (PBDEs).

   Estas sustancias pueden bioacumularse en los tejidos grasos de los seres vivos y en el ambiente y representan un riesgo potencial a la salud humana y de los ecosistemas, cuando se liberan en sistemas de reciclaje informal o se disponen en tiraderos a cielo abierto y en sitios no controlados. Existe una preocupación especial por la acumulación de estas substancias en la leche materna, razón por la cual la Organización Mundial de la Salud lleva a cabo un monitoreo global constante de la presencia de los bifenilos y otros contaminantes orgánicos persistentes.

   El manejo de estos residuos es un problema en nuestro país, pues de acuerdo con el mencionado estudio del INECC, el 40% de estos aparatos se almacenan en las casas, 50% llegan a basureros y rellenos no controlados y sólo 10% se reciclan.

   Cuando este tipo de residuos llegan con chatarreros o pepenadores, se desarman en condiciones de riesgo para estas personas y los elementos sobrantes son abandonados en terrenos baldíos o en depósitos no aptos, de manera que las sustancias peligrosas que contienen pueden terminar contaminando suelos y aguas superficiales o mantos freáticos. Peor aún si se queman al aire libre, cosa que ocurre con frecuencia, por ejemplo, para separar el cobre de los cables.

   Dado que el programa de entrega de televisores del Gobierno Federal está dirigido a municipios con alta marginación, es de vital importancia que se ponga en operación el plan de manejo comprometido, pues es justo en este tipo de localidades donde se ubican los rellenos sanitarios con menores controles así como los tiraderos a cielo abierto, de manera que hay un riesgo mayor de que los televisores desechados terminen ahí.

   No estaría de más involucrar en el plan de disposición y reciclaje a la industria que se verá beneficiada por la adquisición masiva de televisores, pues el costo de estos procesos es alto, tanto como 40 a 60 pesos por aparato, de acuerdo a información proporcionada por la bióloga Ana González de la Vega al diario El Economista. Así las cosas, invitamos a las y los ciudadan@s a no deshacerse de sus equipos a menos que sea a través de programas oficiales o bien de empresas autorizadas, y a mantenernos atentos a la presentación del programa de manejo de la autoridad ambiental, que esperamos ya no tarde en darse a conocer.

* Editorial ambiental de Mireya Ímaz en el programa Primer Movimiento de Radio UNAM, emisión del 20 de enero de 2015.

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