lunes, 23 de noviembre de 2015

Objetivos de Desarrollo Sostenible: que nadie se quede atrás

Hace 15 años, a finales del 2000, 189 países firmaron la Declaración y los Objetivos del Milenio, una serie de ocho ambiciosos compromisos y metas en torno a la reducción de la pobreza extrema y el hambre, la enseñanza primaria universal, la reducción de la mortalidad en niños menores de 5 años, mejorar la salud materna, combatir el VIH/Sida y otras enfermedades, la igualdad de género, la sostenibilidad del medio ambiente y el acceso al agua, así como una alianza mundial para el desarrollo. Todas estas metas debían haberse cumplido para el presente año.

   Y si bien se reportaron progresos, muchos, gracias a este acuerdo, lo cual mostró el valor de tener una agenda internacional unificada, desgraciadamente la indignidad de la pobreza, el hambre y la destrucción acelerada de la naturaleza, están aún lejos de haber desaparecido de la faz de la Tierra.

   De ahí, que el pasado 25 de septiembre se reunieran en la ONU, nuevamente, 150 jefes de estado, para evaluar y darle continuidad a los esfuerzos previos de la comunidad internacional, esta vez mediante la aprobación de la Agenda 2030, la cual es un compendio de 17 objetivos y 169 metas de cara al año 2030 que se han dado a conocer como Objetivos de Desarrollo Sostenible, los ODS, con los que se busca enfrentar las raíces de las causas y hacer más por integrar las dimensiones económicas, sociales y ambientales del desarrollo sostenible.

   Este plan es más ambicioso, pues centra la atención no sólo en el combate a la pobreza, sino en la reducción de las brechas entre países y regiones, buscando combatir la desigualdad mediante una estrategia de desarrollo económico y social incluyente, basado en la sustentabilidad y la educación, que asegure el bienestar tanto de las generaciones presentes como de las futuras.

   Los ODS están enfocados en la gobernanza democrática y la consolidación de la paz, así como en la construcción de resiliencia ante el cambio climático y los previsibles desastres que éste conlleva.

   Entre los 17 objetivos, destacan la meta de reducir a cero la pobreza extrema y que nadie en el mundo viva con menos de 1.25 dólares al día para el 2030.

   Otro objetivo que merece subrayarse es el de “Agua para todos, pero asequible y limpia, libre de contaminación y gestionada de manera sostenible”.

   En cuanto al cambio climático, la apuesta es mejorar la educación y la capacidad de las comunidades y las instituciones para mitigar el calentamiento global, así como para reducir los riesgos relacionados.

   Además, los ODS añaden capítulos dedicados al impulso de las energías renovables, e incorporan la noción de “bienes de interés colectivo”, como la atmósfera, los mares, los océanos y por supuesto sus recursos.

   Los temas ambientales tienen gran relevancia en el acuerdo, y se dividen en nueve metas encaminadas, entre otras cosas, a detener y revertir la degradación de las tierras, poner freno a la pérdida de la diversidad biológica, recuperar los bosques degradados e incrementar la reforestación y restauración de ecosistemas.

   De acuerdo con la Secretaria ejecutiva de la CEPAL, la Doctora Alicia Bárcena, la diferencia fundamental entre ambas agendas, es que “la nueva hoja de ruta aborda varias dimensiones de la desigualdad, el principal problema de nuestra región.”

   Y es que en América Latina, mucho se ha hablado e invertido en el llamado “combate a la pobreza”, pero poco o nada se ha hecho en la mayor parte del continente para reducir la exasperante desigualdad.

   Así, los Objetivos del Desarrollo Sostenible se plantean resolver la pobreza atacando lo que la origina, mediante la construcción de un modelos de desarrollo que funcione para todas las personas y no sólo para el famoso 1 por ciento del que hablaba el movimiento Ocupa Wall Street.

   Basta recordar las cifras del estudio que publicó en mayo de este año la OCDE, titulado “Todos juntos: ¿Por qué reducir la desigualdad nos beneficia?”, en el cual señalaba que la población que actualmente ocupa el decil superior de la escala de ingresos, gana 9.6 veces el ingreso de la población que ocupa el decil inferior, muy por arriba de la proporción 7 a 1 que prevalecía en la década de los años ochenta.

   Para cerrar esta brecha demencial entre los ricos más ricos del planeta, y los pobres más pobres, así como para salvar al planeta de la crisis ambiental provocada por los seres humanos (o al menos, por los que más consumen), se multiplican las voces que claman por cambios drásticos en el modo de producción, de consumo, y de reparto de la riqueza generada, tomando en cuenta la protección del ambiente y el cumplimiento de los derechos humanos fundamentales.

    “El desarrollo sostenible exige una considerable acción colectiva”, de manera que si realmente queremos evitar que la humanidad llegue al 2030 como llegamos al 2015 ante promesas que no se cumplieron, es indispensable poner manos a la obra y organizarnos para que esta vez, como lo dicen los propios Objetivos de Desarrollo Sustentable, “nadie se quede atrás”.

Editorial del Programa Universitario de Estrategias para la Sustentabilidad en el noticiario Primer Movimiento de Radio UNAM, emisión del martes 29 de septiembre de 2015. 
Mireya Imaz, Marjory González. 2015, PUES-UNAM. México.
(Se autoriza la reproducción citando la fuente). 

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