miércoles, 18 de noviembre de 2015

Soya transgénica: la moneda aún está en el aire

Revés a la agroindustria.
El miércoles 4 de noviembre pasado, la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN) revocó el permiso que SAGARPA había otorgado a la empresa Monsanto para cultivar soya transgénica en el sureste del país, al considerar que dicha entidad del Gobierno Federal no tomó en cuenta el derecho a la consulta previa, libre e informada de las comunidades indígenas que han resultado perjudicadas, derecho que salvaguarda el artículo 2 de nuestra Constitución, así como en el 108 de la Ley de Bioseguridad, el convenio 169 de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) y la declaración de Naciones Unidas sobre seguridad de los Pueblos Indígenas.

   Con esta medida, el máximo tribunal del país dio la razón, al menos por ahora, a las comunidades indígenas mayas quienes, apoyadas por diversas organizaciones civiles y de derechos humanos, promovieron un amparo contra el cultivo de soya, al considerar que pone en peligro su principal actividad económica: la producción y recolección de miel, 90 por ciento de la cual se dirige al mercado externo, en especial a la Unión Europea, cuyos parámetros de inocuidad son muy estrictos e impiden la presencia de polen transgénico en la miel.

   Para entender el tamaño de la disputa, no está de más recordar que hay unos 11,200 apicultores en la región, cuya labor genera el sustento de cerca de 25,000 familias. En esta zona del país se producen unas 10,000 toneladas de miel, y nuestro país aporta el 10 por ciento de las ventas totales de miel a nivel global, de acuerdo con datos de la Comisión Nacional para el Uso y Conocimiento de la Biodiversidad, CONABIO.

   En la otra esquina, el Servicio Nacional de Sanidad, Inocuidad y Calidad Agroalimentaria (Senasica) dependiente de SEMARNAT; había otorgado permisos para introducir este cultivo en 254 mil hectáreas de la región. De acuerdo con el investigador del Colegio de la Frontera Sur, Rémy Vandame, tan sólo del 2013 al 2014, en el municipio de Hopelchén la superficie agrícola se incrementó en 9 mil 594 hectáreas, las cuales coinciden con el incremento en la superficie sembrada con soya.

   Además del temor a la contaminación de la miel, tanto las organizaciones indígenas como diversos grupos ambientalistas e investigadores han señalado diversos problemas ambientales que el cultivo de soya transgénica podría estar ocasionando.

   Por ejemplo, la deforestación derivada de la apertura de la frontera agrícola para introducir este y otros monocultivos y con ello, la pérdida de una parte de la biodiversidad en el sureste; el incremento en el uso del pesticida Glifosato, clasificado por la Organización Mundial de la Salud como posiblemente cancerígeno y que ya se ha encontrado en aguas subterráneas de Chiapas, de acuerdo con un artículo de 2014 de Ruiz-Toledo y otros investigadores aparecido en la revista Bulletin of Environmental Contamination and Toxicology.

   Además, los cultivos transgénicos forman parte de un modelo de agro-negocios para los cuales no resulta importante la diversidad biológica, cultural, o la alimentación de la gente, sino simplemente la generación de ganancias en el corto plazo.

   Así, la soya transgénica está diseñada para resistir el uso de Glifosato, que mata a todas las otras plantas. A todas, incluyendo a las asclepias, que son el alimento de las mariposas monarca y que se ha encontrado en la ruta migratoria de estos animales, de acuerdo con Lincoln Brower y otros autores en un artículo del 2011 para el Jorunal Insect Conservation and Diversity.

   ¿Qué otras cadenas tróficas puede dañar este pesticida, ya no en Michoacán, sino en la zona de la que hablamos? No lo sabemos, y por eso es tan importante que se aplique en estos casos el principio precautorio.

   Sin embargo, justo el resolutivo de la Suprema Corte no consideró los daños ambientales que puede estar provocando el cultivo de soya transgénica. Ello, a pesar de la opinión de otros organismos federales como la Comisión Nacional para el Conocimiento y Uso de la Biodiversidad (CONABIO), la Comisión Nacional de Áreas Naturales Protegidas (CONANP) y el Instituto Nacional de Ecología (INE), quienes habían aconsejado no permitir la siembra de dicha leguminosa genéticamente modificada.

   La CONABIO por ejemplo, considera genuina la preocupación de los apicultores debido a la posible contaminación de la miel con polen de plantas genéticamente modificadas, pero además, señaló que los polígonos donde se ubicaron los cultivos se encuentran muy cerca de Áreas Naturales Protegidas como Calakmul, Laguna de Términos y Sian Kaan.

   Así las cosas, los apicultores de la región y sus aliados anotaron una victoria a las acciones colectivas por el ambiente y el patrimonio común de las y los mexicanos. Viene la consulta, que deberá organizar SAGARPA por orden de la Corte, así que este apenas es un “round” en una batalla de la que debemos mantenernos informados.

Editorial del Programa Universitario de Estrategias para la Sustentabilidad en el noticiario Primer Movimiento de Radio UNAM, emisión del martes 17 de noviembre de 2015.
Mireya Imaz, Marjory González. 2015, PUES-UNAM. México.
(Se autoriza la reproducción citando la fuente).

No hay comentarios:

Publicar un comentario