martes, 17 de noviembre de 2015

Todo cambia: PUMA ahora es Sustentabilidad UNAM

Cambios.
Entre el ir y venir del mundo, observa cómo los finales se convierten en inicios.

Tao Te Ching.

El pasado 12 de octubre dejó de existir el Programa Universitario de Medio Ambiente al anunciar la UNAM la creación del Programa Universitario de Estrategias para la Sustentabilidad, cuyo objetivo principal es justamente el diseño, desarrollo y puesta en marcha de estrategias de sustentabilidad dentro y fuera de nuestra casa de estudios.

   Desde su creación en 1991, durante la rectoría del Dr. José Sarukhán y la dirección del Dr. Octavio Rivero Serrano, el PUMA fue una de las respuestas más importantes y de avanzada de la UNAM ante la crisis ambiental y la necesidad de tender un puente entre el conocimiento que produce nuestra casa de estudios con las necesidades de la sociedad, en particular la mexicana, frente a dicha crisis.

   Pero durante este cuarto de siglo no sólo se agudizaron los problemas ambientales y sociales en el mundo, también nuestra comprensión de la manera en que están interrelacionados ha evolucionado, y el cambio es tal que podemos hablar del surgimiento de nuevos paradigmas para explicarnos la situación, así como para tratar de resolverla.

   Desde la publicación de la “Primavera silenciosa” de Rachel Carson, que en 1962 pugnaba por el derecho a un ambiente limpio y sano, a la Constitución de Bolivia que en 2011 se convirtió en la primera ley en el mundo que le otorgaba a la naturaleza los mismos derechos que a los seres humanos, muchas cosas han cambiado.

   En 1987, el informe “Nuestro Futuro Común”, mejor conocido como informe Brundtland, dio a conocer la que es sin duda la definición más aceptada del término “desarrollo sustentable”, como “la capacidad del sistema humano para satisfacer las necesidades de las generaciones actuales sin comprometer los recursos y oportunidades para el crecimiento y desarrollo de las generaciones futuras.”

   Pero uno de los cambios más significativos en el paradigma de la sustentabilidad se relaciona justamente con qué se entiende hoy por crecimiento y desarrollo, qué significado le damos a la palabra ‘progreso’. Está transformándose el ideal de bienestar, la manera de relacionarnos con la naturaleza y con otros seres humanos, la forma de determinar las prioridades de comunidades y países.

   Y ello ocurre en buena medida porque el desarrollo económico no trajo bienestar ni justicia para todas y todos, porque la revolución verde incrementó exponencialmente la producción de alimentos, pero no acabó con el hambre y la desnutrición de miles de millones de personas en el mundo. De ahí que al hablar de sustentabilidad, se vuelva tan necesario adjetivarla: socialmente justa, económicamente equitativa y ambientalmente responsable.

   Este cambio de paradigma se ha reflejado en un cambio de valores y hábitos de muchos ciudadanos por todo el planeta, así como su exigencia de hacer posible un mundo en el que quepan muchos mundos y todas las especies. Es el tránsito de hablar de sistemas de desarrollo humano a sistemas socioecológicos complejos, e intentar comprenderlos desde la multidisciplina.

   Es también el paso entre medir el PIB para saber si un país progresaba, a medir el Índice de Desarrollo Humano, a establecer las Metas del Milenio y los nuevos Objetivos de Desarrollo Sostenible.

   Tampoco es que todo sea miel sobre hojuelas, somos testigos de una oleada de neo- extractivismo que está, literalmente, haciendo hoyos gigantescos en la naturaleza de algunas regiones para las industrias mineras, petroleras y forestales, desplazando ecosistemas, comunidades, culturas y conocimientos invaluables.

   Pero frente a esto, también es un momento de auge de los movimientos que han inspirado el concepto de “ecologismo de los pobres” del Dr. Joan Martínez Alier, o las ideas del “bien común” y el “buen vivir”, de la cooperación y de la conciencia global acerca de la necesidad de proteger nuestro hogar en el espacio.

   Es la manera en que hemos llegado al consenso científico de que el cambio climático es inequívoco y ha sido provocado, en mayor medida, por la acción humana, multiplicando los esfuerzos por reducir las emisiones globales en una carrera contra el tiempo. O la forma en que se actuó a nivel internacional para frenar la destrucción de la Capa de Ozono, una de las primeras y más alentadoras acciones globales que han ocurrido a favor del planeta.

   En la UNAM, esta transformación se refleja en las 12 nuevas licenciaturas de temas ambientales que se abrieron en los últimos años y de las cuales egresarán jóvenes profesionistas con una visión más holística de nuestra relación con el planeta y con ganas, conocimientos y herramientas para mejorar al mundo.

   Desde ése cambio de mentalidad la máxima casa de estudios impulsó el surgimiento del Laboratorio Nacional de Ciencias de la Sostenibilidad, el LANCIS, el Centro de Ciencias de la Complejidad, el C3, transformó centros a Institutos de Investigación en Energías Renovables y de Investigaciones en Ecosistemas y Sustentabilidad, y bueno, impulsó el surgimiento de un programa enfocado al desarrollo de estrategias para la sustentabilidad.

   El PUMA puso su granito de arena para esta evolución que, a su vez, le cambió los objetivos, amplió su panorama, le aguzó la vista y lo transformó. Así que aquí seguimos, pero somos otros, esperamos que mejores y más útiles para todo lo que viene.

Editorial del Programa Universitario de Estrategias para la Sustentabilidad en el noticiario Primer Movimiento de Radio UNAM, emisión del martes 20 de octubre de 2015.
Mireya Imaz, Marjory González. 2015, PUES-UNAM. México.

(Se autoriza la reproducción citando la fuente).

No hay comentarios:

Publicar un comentario