(Editorial del 16 de junio de 2015 en que se analizó la problemática del uso de aguas tratadas para producción agrícola)
El
día de ayer aparecieron en el periódico El Universal dos reportajes
firmados por Dinorath Mota acerca del cultivo de hortalizas regadas
con aguas residuales del Distrito Federal y los grandes conglomerados
urbanos del Estado de México.
Esta
situación no es nueva, aunque no por eso deja de ser preocupante. De
acuerdo con el reporte, los campesinos de los distritos de riego 003
de Tula y 100 de Alfayucan, en el Estado de Hidalgo, han aprovechado
el caudal de aguas residuales de las grandes urbes desde hace
décadas, y continúan haciéndolo a pesar de una veda decretada en
1990 debido a la aparición de casos de cólera en aquella región. Y
tienen sus razones: la producción de la zona tiene rendimientos
similares a los del Norte del país, de entre 12 y 15 toneladas por
hectárea, y el 80 por ciento de lo que producen tiene un mercado
asegurado en la Ciudad de México y el Edomex.
La
producción y el manejo de las aguas residuales de las megalópolis y
su uso en labores agrícolas resultan en una problemática compleja
cuyas aristas queremos analizar con ustedes.
En
primer lugar existe un problema en cuanto al tratamiento de las aguas
residuales en México. Los volúmenes de agua que se emplean en el
país han ido en aumento, junto con la urbanización y la
industrialización, pero la infraestructura para el tratamiento del
agua no ha corrido a la par del crecimiento económico del país, de
manera que sólo se alcanza a tratar 33 por ciento del agua colectada
en la red, de acuerdo con el libro Cauces y Encauces, publicado por
la Academia Mexicana de Ciencias y Conagua.
Un
segundo problema es de salud pública, tanto para los productores
como para los consumidores de las hortalizas cultivadas con aguas
negras o aguas tratadas que no cumplen con los estándares oficiales.
En un estudio del 2014 de la Universidad Autónoma Chapingo,
realizado en otro de los distritos de riego del Estado de Hidalgo, el
028 correspondiente a Tulancingo que también recibe aguas
residuales, las investigadoras Elizabeth Hernández-Acosta y
Evangelina Quiñones-Aguilar encontraron que en 11 de 16 sitios de
muestreo en los canales de riego había presencia de helmintos, es
decir, gusanos que parasitan el tracto digestivo de humanos y
animales, además de que en todos los sitios se rebasaron los límites
máximos permisibles de coliformes fecales, es decir, bacterias que
se encuentran en los excrementos y pueden resultar muy nocivas para
el organismo.
Las
aguas residuales pueden contener también metales pesados como zinc,
plomo, cadmio, boro y arsénico, que provienen de las descargas
industriales y resultan cancerígenos en ciertas concentraciones.
Existen ríos muy contaminados con este tipo de residuos en nuestro
país, como el río Atoyac y Lerma, de acuerdo con el Dr. Omar
Arellano, académico de la Facultad de Ciencias de la UNAM. La falta
de plantas de tratamiento en estas zonas representa una amenaza a la
salud de la población, en especial para quien habita en los cauces
de estos ríos, aunque también para quienes consuman productos de
animales criados en estos cauces.
En
tercer lugar existe un problema de agotamiento de las reservas de
agua dulce a nivel mundial. Por ejemplo, en las Estadísticas del
agua en México 2007, la CONAGUA reporta que la disponibilidad de
agua por habitante al año era de casi 18 mil metros cúbicos en
1950, cifra que descendió dramáticamente a 4700 metros cúbicos por
habitante al año en 2006, y que además continuará disminuyendo
Ya
que la demanda global de agua está creciendo, su reutilización se
vuelve cada día más importante y se
ha vuelto parte de las estrategias
de
gestión
del
recurso, de acuerdo con especialistas como la Dra. Blanca Jiménez,
del Instituto de Ingeniería de la UNAM, y Takashi Asano, de la
Universidad de California, autores del libro Reutilización
del Agua:
Un
Estudio Internacional de Prácticas actuales, problemas y
necesidades.
La
cuestión, de acuerdo con los autores, es que en los países
industrializados la reutilización del agua se practica de manera
planificada para preservar las fuentes de agua dulce y proteger el
ambiente, además los estándares de calidad del líquido tratado son
muy estrictos. En cambio, en los países en desarrollo como el
nuestro, la necesidad de aumentar el suministro de agua para zonas
densamente pobladas como el centro del país, está forzando a un uso
no planificado de aguas residuales que a veces, simplemente, no
tienen ningún tipo de saneamiento.
De
acuerdo con la Dra. Jiménez, la clave para aprovechar las aguas
residuales está en hacer una reutilización planificada del líquido,
de manera que la calidad del agua esté acorde con su uso final. Si
el agua se reutiliza para consumo humano el tratamiento debe tener
estándares muy altos, si es para agricultura no son tratamientos tan
estrictos pero debe garantizarse que no existan agentes patógenos y
que se preserven los nutrientes útiles para los cultivos.
El
uso de aguas residuales impulsa la producción de los campos
agrícolas gracias al alto contenido de nutrientes que, además, no
les significan costos extra a los campesinos, pero es necesario
incrementar drásticamente los volúmenes de aguas tratadas en el
país, involucrar las industrias para que inviertan en ello e
incrementar y cumplir los estándares de calidad, para evitar que las
ensaladas que consumimos tengan un desagradable aderezo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario