(Editorial del 11 de agosto de 2015 sobre el "Plan Obama")
"Solamente tenemos un hogar, un planeta. No hay plan
B".
Con esta dramática
frase presentó Barack Obama su “Plan de energía
limpia” el pasado 3 de
agosto, el cual traza una serie de medidas y políticas energéticas
frente al Cambio Climático que deberá adoptar la mayor economía del planeta, la
que, junto con China, es responsable del 45 por ciento de las emisiones de
gases de efecto invernadero a escala global.
Durante su discurso de presentación en la Casa Blanca, Obama afirmó
que el plan representa el paso “más grande y más importante” que ha tomado su
país para combatir el cambio climático.
Y tiene razón, pues nuestros vecinos del norte se han
caracterizado por negarse sistemáticamente a firmar los acuerdos globales de
reducción de emisiones. Así que la noticia es buena, pero ¿las medidas serán
suficientes para evitar que rebasemos los dos grados Celsius de calentamiento, el
límite calculado para evitar consecuencias irreversibles?
En principio, es alentador que el plan establezca una meta clara
de reducción de emisiones de Gases de Efecto Invernadero del 32 por ciento para
el año 2030.
Para lograrlo, la propuesta se basa en cuatro ejes, que en
apretada síntesis enumeramos:
- Mejorar la eficiencia de las plantas generadoras de energía a carbón existentes y aplicar por primera vez estándares de emisiones para todas las plantas nuevas, frenando en los hechos la instalación de nuevas plantas basadas a carbón.
- Expandir la economía basada en energías limpias (como la eólica, solar, hídrica y geotérmica) para alcanzar el 30 por ciento de generación limpia en el año 2030
- Construir infraestructura para el aprovechamiento de energías limpias. Se plantea revisar y modificar constantemente la infraestructura de distribución y acceso a la energía, así como los estándares de eficiencia de los combustibles y las emisiones permitidas, principalmente en los vehículos de carga, autobuses y vagonetas.
- Frenar el desperdicio de energía en hogares, empresas y fábricas, pues se argumenta que la eficiencia energética es una oportunidad rentable para que las familias ahorren dinero, las empresas sean más competitivas y se logren los objetivos de reducción de emisiones.
- Por último, se propone incrementar la reducción de otro tipo de emisiones, como las de hidrofluorocarbonos (HCFC´s) que se cuentan entre los gases de efecto invernadero cuya demanda continúa incrementándose, así como el metano, que representó casi el 10 por ciento de las emisiones durante el 2012.
Además se hace un llamado a los Estados que integran la Unión para
presentar planes locales de reducción de emisiones en 2016 y compromisos definitivos
en 2018, y se incluye un programa de incentivos a fin de que puedan cumplir con
los estándares federales de producción basada en energías renovables durante estas
primeras etapas. Las entidades que comiencen a tomar medidas de reducción en el
2020 serán premiadas mediante un sistema interestatal de bonos de carbono.
Las reacciones ante el plan energético de Obama no se han hecho
esperar. Los republicanos, que para citar el ya clásico “no entienden que no
entienden”, se lanzaron en contra de inmediato. El ex -gobernador de Florida y
delfín de la petrolera dinastía Bush, el hermano Jeb, lo calificó de
“irresponsable", argumentando que provocará una oleada de desempleo e
incrementará los precios de la energía en todo el mundo.
Marco Rubio, senador por Florida, afirmó que la propuesta
provocará un incremento “catastrófico" de las tarifas eléctricas para los
menos ricos. De acuerdo con una nota del New York Times del 2 de agosto,
los expertos estiman que al menos 25 Estados, cuyas economías dependen de la
minería del carbón o de la generación de electricidad a carbón, interpondrán
una demanda contra el proyecto del Presidente ante la Suprema Corte de Justicia
de aquel país.
Las opiniones de estos personajes de la política contrastan con
las de los científicos, quienes opinan que se necesita más, mucho más. Un
artículo de David Biello publicado en la revista Scientific American el 6 de agosto, advierte que el carbón y el gas
natural seguirán siendo las dos fuentes principales de generación de
electricidad, representando en conjunto el 60 por ciento para el 2030.
En contraste, Dinamarca obtiene actualmente el 40 por ciento de
su electricidad mediante energía eólica, Alemania el 26 por ciento mediante
renovables, y Escocia ha logrado suministrar energía eléctrica derivada de
tecnologías limpias ¡al 98 por ciento de los hogares escoceses!
Siguiendo a Biello, aún si el plan se aplicara eficazmente en
los 47 Estados de la Unión Americana, se añadirían 1.7 mil millones de
toneladas métricas de CO2 a la atmósfera cada año sólo por
generación de electricidad, lo que sumado a las 600 mil millones de toneladas
métricas que ya se han arrojado permiten pronosticar que no alcanzaremos la
reducción de emisiones necesaria para evitar llegar a los 2 grados Celsius de
calentamiento global.
Así las cosas, el plan Obama es un buen esfuerzo, más aún dentro
del contexto político al que se enfrenta, pero resulta insuficiente ante la
crisis ambiental que ya está en marcha. En esta ocasión decir “de lo bueno,
poco” es mal consejo.
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