viernes, 8 de abril de 2016

COP 21: el largo y sinuoso camino a París

(Este editorial corresponde al programa del 28 de julio sobre la COP21 en París)

A fines de este año se celebrará en Francia una de las reuniones internacionales más trascendentes para definir el rumbo que tomarán los gobiernos del mundo frente a la realidad cada vez más apabullante del Cambio Climático, la ciudad de París se prepara para recibir y presidir la vigésimo primera Conferencia de las Partes de la Convención Marco de Naciones Unidas sobre el Cambio Climático, también llamada Cumbre de París o COP21.
La Convención Marco fue adoptada en 1992 durante la Cumbre de la Tierra de Río de Janeiro y a la fecha ha sido ratificada por 196 Estados que constituyen las “partes interesadas” de la Convención, es decir, los integrantes que participan en el diseño de acciones y políticas encaminadas a frenar el calentamiento global, así como en las negociaciones para hacerlas realidad.
De una de estas cumbres emergió el Protocolo de Kyoto, que estableció metas obligatorias de reducción de emisiones, en particular para los países industrializados, así como algunos mecanismos para ayudar al cumplimiento de dichas metas. Estas reuniones representan hasta este momento la reacción internacional más organizada frente a las pruebas convincentes, confirmadas una y otra vez por las y los científicos del Panel Intergubernamental de Cambio Climático (IPCC), de que se está produciendo un cambio climático a escala planetaria y que su origen fundamental son las actividades humanas.
En particular la COP21 de París ocurre en un momento crucial de las negociaciones internacionales sobre cambio climático, pues es urgente que la reunión desemboque en un nuevo acuerdo internacional sobre el clima, aplicable a todos los países, que permita frenar el calentamiento global por debajo de los 2 grados Celsius, cosa que desgraciadamente se ve cada día más difícil de conseguir pero que es indispensable pues, literalmente, nos va la vida en ello, al menos la de la civilización tal como la conocemos.
Así, un artículo publicado el 9 de julio pasado en la revista Atmospheric Chemistry and Physics, escrito por uno de los más destacados climatólogos, el físico James Hansen y otros 16 reconocidos autores, se advierte que si la humanidad falla y se rebasa el límite de los 2 grados, se corre un riesgo real de que el incremento de varios metros en el nivel del mar sea ya inevitable, debido a las dinámicas inerciales del sistema y a la existencia de procesos que se retroalimentan.
El artículo describe cómo el derretimiento de la capa de hielo continental del Antártico, debido al incremento de temperatura de los mares, desencadena un proceso que agrega grandes volúmenes de agua dulce y fría al mar que, al ser menos densa, flota sobre capas más cálidas y saladas de agua marina. Las capas frías de agua producen una nueva expansión de hielo Antártico en la superficie marina, pero las capas cálidas debajo continúan erosionando el hielo continental de manera acelerada.  
A su vez, el enfriamiento de la superficie del océano en el Atlántico Norte así como el Océano Austral, incrementa la energía cinética del sistema impulsando tormentas más potentes.
Si el océano sigue acumulando calor y se incrementa la fusión de las plataformas de hielo marino de la Antártida y Groenlandia, corremos el riesgo de llegar al punto en el que la desintegración de la capa de hielo a gran escala sea imposible de frenar, con el consecuente aumento de varios metros del nivel del mar.
Los autores son enfáticos al señalar que el costo económico y social de la pérdida de las ciudades costeras es prácticamente incalculable, por lo que enfocarse en estrategias de adaptación a este escenario resulta inaceptable para la mayor parte de la humanidad.
El conocimiento en torno al funcionamiento del clima planetario y la manera en que la humanidad lo está transformando se acumula junto con las malas noticias, y hoy sabemos que se juega mucho más de lo que hasta hace relativamente poco tiempo calculaba la comunidad científica que podía esperarse con una elevación de tan sólo un grado de la temperatura promedio del planeta.
Por ello, en los próximos meses de la recta final rumbo a París, queremos abordar con las y los radioescuchas de Primer Movimiento tanto las noticias alrededor de la reunión, como los hallazgos científicos que ocurran, pues nos parece indispensable que la sociedad se informe cada vez mejor sobre el tema, de manera que tengamos la capacidad de intervenir en lo que está ocurriendo con el clima planetario.
Pero ¿por qué decimos que debemos intervenir? Desgraciadamente, una COP tras otra han ocurrido sin grandes avances, compromisos, acuerdos vinculantes y acciones, acciones urgentes, necesarias, concretas.
Como describe la activista Naomi Klein en su reciente libro This changes everything –que recomendamos ampliamente-, las cumbres se han vuelto poco más que sesiones de terapia colectiva para quienes están sufriendo las consecuencias del cambio climático, por un lado, y de lavado de conciencia para quienes continúan haciendo negocios a costa del ambiente, por otro.
Y lo que entonces queda claro es que nadie va a venir a salvarnos, mucho menos el pequeño segmento de la población mundial que concentra las riquezas y que no se verá afectado por casi nada de lo que ocurra, llámese escasez de alimentos, sequías, inundaciones, plagas, etcétera, de manera que no queda otra opción que organizarse para forzar a los gobiernos a tomar las medidas necesarias para frenar el descarrilamiento.

Como advierte la autora “el caso es que realmente estamos por nuestra cuenta y cualquier fuente creíble de esperanza en esta crisis tendrá que venir desde abajo”. Que sea una invitación para todas y todos a construir esperanza.


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