viernes, 1 de abril de 2016

Los piratas del Caribe, los gatos y otras especies invasoras

(Editorial del 9 de junio de 2015 sobre especies invasoras)

Una de las mayores amenazas que enfrenta la biodiversidad en todo el planeta es la introducción de especies exóticas que se vuelven invasoras, hoy vamos a comentar un poco acerca de este fenómeno y algunos de los problemas que ocasiona en otras latitudes y en nuestro país.
Ya sea que se les introduzca a propósito o por accidente, ciertos organismos se convierten en invasores al integrarse ecosistemas distintos a aquel en el cual evolucionaron, por diversas razones: puede ser que en su nuevo hábitat no estén presentes los depredadores que controlaban el crecimiento de sus poblaciones en su lugar de origen, o bien se presentan condiciones ambientales, mayor cantidad de alimento, etc que les favorecen.
El tema es que algunos animales, plantas u otros organismos aparecen en un nuevo sitio y desplazan a la fauna o flora local, lo que a veces puede ocasionar una reacción en cadena en todo el ecosistema.
De acuerdo con la Comisión Nacional para el Uso de la Biodiversidad, las especies invasoras pueden provocar desequilibrios ecológicos entre las poblaciones silvestres, cambios en la estructura, composición y funcionamiento de las comunidades, pérdida de poblaciones silvestres, degradación de la integridad ecológica, reducción de la diversidad genética y además pueden ser transmisoras de enfermedades.
Aunque la llegada de especies a nuevos lugares es un fenómeno natural, que ocurre debido a migraciones, huracanes, corrientes marinas, o bien al desaparecer una barrera física, actualmente el problema es que los humanos hemos incrementado nuestras actividades comerciales, de turismo y de transporte por todo el mundo, y nos ha resultado fácil llevar nuevas especies de un sitio a otro, ya sea para cultivo, ganadería, o simplemente porque a algunos les gusta viajar con sus mascotas.
Como señalan Aguirre y otros colaboradores en la colección Capital Natural de México, entre las amenazas a la biodiversidad y a la conservación de los ecosistemas y sus servicios ambientales, las invasiones biológicas, junto con la destrucción del hábitat, representan los factores de riesgo más significativos, más extendidos y de mayor impacto


Veamos 3 ejemplos: actualmente existe una seria preocupación entre los conservacionistas por la invasión en el Caribe y el Golfo de México del llamado Pez León, cuyo nombre científico es Pterois antennata.
Su hábitat natural es el Océano Índico y el Pacífico Occidental, se trata de un animal llamativo por los colores listados de sus largas aletas como abanicos, las cuales lo han vuelto muy apreciado en los acuarios de todo el mundo. El problema con este pececito es que es muy venenoso, por lo que carece de depredadores naturales en las aguas del Caribe y además, es muy tragón, de manera que arrasa con cangrejos, camarones y muchas otras especies marinas, diezmando los arrecifes de coral.
De acuerdo con un artículo aparecido este año en la revista Plos One, firmado por Carlos Ferreira y Osmar Luiz, en menos de 30 años las poblaciones de pez león se han expandido dramáticamente en un área que abarca la costa este de los Estados Unidos, Bermudas, toda la región del Caribe y el Golfo de México y, desafortunadamente, acaban de llegar a las costas de Brasil.

Pero ¿cómo arribó este invasor a nuestras costas? Muy posiblemente, por culpa de los humanos que lo usamos como mascota. Un estudio del 2011 de Ricardo Betancur y Andrew Hines, publicado en el Journal of Biogeography, apunta a un evento único de dispersión de esta especie desde Florida, a partir de 6 u 8 hembras. Eso fue todo lo que requirió el Pez León para iniciar su invasión, podemos decir que sería la envidia de los piratas del Caribe.

También tenemos el caso del pez diablo que se ha establecido en ríos y lagos de México a raíz de que algunos especímenes fueron introducidos por aficionados a los acuarios para limpiar peceras. Debido a que la mayor parte de la plaga se encuentra en la Presa Infiernillo se le ha denominado "pez diablo" por los habitantes del lugar. Este pez se alimenta de los huevos y crías de otros peces.

Otro caso es el de los gatos: un estudio del 2010 del Consejo Superior de Investigaciones Científicas de España, reportaba que los gatos asilvestrados son “una de las especies invasoras más perniciosas para las comunidades de vertebrados en islas”.

Se calcula que a partir de su domesticación hace unos 10,000 años, los gatos han sido responsables del 14 por ciento de las extinciones de vertebrados en todo el mundo.

En México, el Felis catus ha sido responsable de la extinción en vida silvestre de la tórtola de la Isla Socorro y de algunas subespecies del ratón endémico de Baja California.

Y para cerrar, queremos llamar la atención de nuestros estimados radio escuchas: la UNAM estableció en 1983 la Reserva del Pedregal de San Ángel que ocupa un tercio de la Ciudad Universitaria, con el fin de proteger los remanentes de un ecosistema único, el matorral xerófilo de palo loco, en el cual habitan unas 1500 especies de flora y fauna, algunas endémicas y que se encuentran en peligro de extinción como la Mammillaria san-angelensis (un cacto) y la orquídea Bletia urbana. Otros organismos presentes son colibríes, pájaros carpinteros, murciélagos y los más carismáticos: el Tlacuache y el Cacomixtle.

La fauna que habita la Reserva se enfrenta con el peligro constante que significan los gatos y perros ferales, muchos de los cuales eran animales domésticos cuyos dueños decidieron deshacerse de su mascota y venir a dejarla a la UNAM.

Los animales abandonados, si sobreviven, se reproducen sin control y atacan a los habitantes del Pedregal, en especial a las aves, los mamíferos y reptiles pequeños, y son uno de los principales problemas en la Reserva.

Los invitamos a que no abandonen a sus mascotas, a que no las liberen en espacios naturales, de preferencia las esterilicen y se hagan cargo de la cuna a la tumba de sus animales.

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