jueves, 31 de marzo de 2016

Negando el cambio climático: algunos mitos

(Editorial del 26 de mayo del pasado año acerca de ciertas posturas que siguen negando el cambio climático y los mitos al respecto)


La semana pasada que estuvimos hablando de cambio climático, un seguidor de Primer Movimiento nos planteó una duda: ¿cómo afecta el Sol a otros planetas?



Vamos a tratar de responder esta cuestión y a relacionarla con algunos de los debates en torno a si los cambios actuales en el clima del planeta se deben a la acción humana o a cambios en el astro que circundamos.



Venus, la Tierra, y Marte son planetas muy similares: de roca, rodeados por una atmósfera, de tamaño similar y que orbitan cerca del Sol. Los tres se formaron hace unos 4,550 millones de años y probablemente compartieron infancias parecidas, con gran actividad volcánica que compuso sus atmósferas y probablemente con agua líquida en sus superficies, de acuerdo con Miguel Ángel López Valverde, del Instituto de Astrofísica de Andalucía.



En cambio, hoy en día Venus tiene una atmósfera casi cien veces más caliente que la de la Tierra y una superficie infernal arriba de los 500 grados Celsius. Por su parte, Marte es un planeta gélido y desértico, con una atmósfera muy delgada. Sólo la Tierra parece haber mantenido el agua líquida y agradables temperaturas que han permitido la evolución de la vida.



¿Por qué estas diferencias? Es cierto lo que dice el refrán acerca de que el Sol sale para todos, pero no tiene el mismo efecto en todos, ¿de qué depende?



Un factor fundamental es el efecto invernadero que depende de la composición química de la atmósfera, es decir, de los gases presentes en ella y de su capacidad para atrapar parte de la energía solar que llega al planeta y que es re-irradiada o rebotada por la superficie planetaria hacia el espacio.



En la Tierra los principales gases de efecto invernadero son el vapor de agua y en segundo lugar el dióxido de carbono; que juntos incrementan la temperatura global del planeta 15º C. En Marte el efecto invernadero actualmente es muy débil y el planeta es helado y en Venus el efecto invernadero, debido a las grandes concentraciones de dióxido de carbono, hace del planeta un infierno que ni Dante hubiera previsto.



Otro factor es la radiación solar que se relaciona con la inclinación del eje de rotación, Marte tuvo cambios muy bruscos bruscos en la inclinación de su eje que afectaron su temperatura. La Tierra está más cerca del Sol y tiene a la Luna, que le da gran estabilidad a su órbita, por lo que ha estado libre de cambios extremos.



Y finalmente está el ciclo del carbono. En la Tierra el carbono circula a través de los océanos, de la atmósfera y de la superficie y el interior terrestre, en un gran ciclo biogeoquímico. En los planetas vecinos el ciclo del carbono se perdió hace mucho tiempo haciéndolos inhóspitos para la evolución de la vida.



Y a propósito, queremos hablar de dos mitos en torno al calentamiento global actual:



  1. La culpa la tiene el Sol



Dado que el Sol es el mayor proveedor de energía de nuestro planeta, cualquier cambio en las emisiones de radiación solar afecta el balance energético de la superficie terrestre.



Pero durante los últimos 35 años, el Sol ha mostrado una leve tendencia hacia el enfriamiento, de acuerdo con datos de Natalie Krivova del Instituto Max-Planck. En sentido contrario, las temperaturas globales en la Tierra han aumentado, de acuerdo con el Índice de Temperatura Global Tierra- Océano de la NASA, por lo que los científicos concluyen que el sol no puede ser la causa del reciente calentamiento global.



  1. Se aproxima una nueva Era del Hielo



Hace pocos siglos, el planeta experimentó un periodo conocido como Pequeña Edad de Hielo, el cual coincidió con un periodo de baja actividad solar llamado Mínimo de Maunder, en el cual las manchas solares prácticamente desaparecieron. Se cree que los principales causantes fueron una combinación de baja actividad solar y gran actividad volcánica que ocasionaron cambios en la circulación de las corrientes oceánicas y afectaron las temperaturas, en especial de Europa.



Observando la actual actividad solar, cabe preguntarse ¿nos estamos dirigiendo hacia otro Mínimo de Maunder? De acuerdo con Ilya Usoskin, de la Universidad de Oulu en Finlandia, predecir la actividad solar futura es problemático pues los mínimos y máximos solares ocurren en un proceso estocástico -es decir, no determinista-.



Pero digamos que sí, que entraremos en una Pequeña Era del Hielo. Se estima que la temperatura podría descender 0.1° grados C, con un valor máximo posible de 0.3°C, mientras que el calentamiento global por emisiones de GEI será de entre 3.7 grados C a 4.5 grados C, dependiendo de cuánto CO2 emitamos a lo largo del siglo XXI. Así que no parece que nos vaya a ser de gran ayuda este pequeño enfriamiento.



La velocidad a la que estamos modificando la química atmosférica no tiene precedentes, y menos frente a los últimos diez mil años que habían sido especialmente estables en términos climáticos, un factor clave para el surgimiento de la civilización humana, factor que estamos modificando amplia y rápidamente, en detrimento de nuestra propia existencia.

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