(Editorial del 18 de noviembre de 2014 en el que se habló del acuerdo climático China-EEUU)
Vamos
a volver a tocar el tema del calentamiento global porque hay nuevas
noticias que, en principio, parecen alentadoras: resulta que los
presidentes de las dos naciones más contaminantes del mundo por fin
están de acuerdo en la necesidad de actuar contra el cambio
climático.
Sin
duda, la firma el pasado 12 de noviembre de un convenio para reducir
las emisiones de Gases de Efecto Invernadero por parte de los
presidentes de Estados Unidos y de China es histórica, dado que
ambas potencias se habían negado sistemáticamente a signar acuerdos
como el Protocolo de Kyoto, a pesar de ser los países responsables
del 40% de las emisiones globales de dichos gases.
Sin
embargo, surgen dos preguntas, ¿qué fue exactamente lo que
acordaron las dos superpotencias? y ¿será suficiente para evitar
que el calentamiento global llegue a un punto catastrófico en las
próximas décadas?
El
convenio prevé que para el año 2025 los Estados Unidos recorten sus
emisiones entre 26% y 28% con respecto a los niveles del 2005. Los
plazos de la nación más poderosa del mundo se basan en planes
quinquenales de reducción, es decir, en metas que deben cumplirse en
forma escalonada cada 5 años.
De
acuerdo con Barack Obama, “esta es una meta ambiciosa, pero
alcanzable” que pone a los Estados unidos en el camino de alcanzar
las reducciones que la comunidad científica ha colocado como meta.
Por
su parte China, que ya es el mayor emisor en mundial, seguirá
incrementando sus emisiones hasta alcanzar un pico máximo en el
2030, o antes, de ser posible, fecha en la que iniciará su
reducción. Es la primera vez que Pekín se fija un plazo para
iniciar la reducción de sus emisiones.
El
acuerdo parece positivo porque significa que, junto con Europa, los
tres mayores emisores ya colocaron en la mesa compromisos y cifras
concretas de cara a la reunión de la COP20 que se celebrará en Lima
el próximo diciembre. Además estos compromisos "fuerza a otros
países, como Australia, Canadá, Brasil, India o Rusia a moverse",
de acuerdo con Teresa Ribera, directora del Instituto de Desarrollo
Sostenible y Relaciones Internacionales.
Ahora
bien, entre las dificultades que encontrará la puesta en marcha
efectiva de estos compromisos, destaca la dependencia de China hacia
la quema de carbón, que actualmente contribuye con más del 70% de
la energía en la que esta nación ha basado su rápido crecimiento
económico, de acuerdo con el número especial que la revista
Scientific
American
publicó el mismo 12 de noviembre,
La
instalación de cientos de nuevas plantas de energía basadas en la
quema de carbón durante la última década es la clave para entender
cómo China superó a los Estados Unidos como el mayor emisor mundial
de gases de efecto invernadero.
Aunque
si bien China es el principal emisor, Europa y Estados Unidos son los
principales consumidores de las mercancías que produce el gigante
asiático, así podemos decir que, más que reducir emisiones,
occidente las ha trasladado, al menos en parte, hacia China, y al
final del día para la atmósfera planetaria es igual en dónde se
produzcan las emisiones, pues lo que cuenta es la cantidad. De manera
que otro obstáculo está relacionado directamente con los niveles de
consumo de dichas naciones.
En
todo caso resulta alentadora la intención de los chinos de apostar a
las energías renovables, como parques eólicos, presas
hidroeléctricas y el impulso a la energía solar. De hecho, en 2013
por primera vez en la historia se añadieron más fuentes de energía
limpia que de combustión fósil a la red eléctrica china, pero aún
así la meta planteada resulta modesta, pues el compromiso significa
que estas energías representarán el 20% para el 2030, cuando Europa
estará alcanzando casi el 30%.
En
el caso de Estados Unidos, uno de los mayores obstáculos será
político, pues la administración Obama sufrió un enorme descalabro
electoral que debilitará su capacidad de obligar a las industrias
locales a reducir emisiones, y probablemente significará la pérdida
de la presidencia por parte de los demócratas en el 2016, para dar
paso a los republicanos, que es el partido de los “negacionistas”
del cambio climático en el vecino del norte.
Además,
el nuevo acuerdo no es en absoluto lo suficientemente ambicioso para
alcanzar los objetivos de reducción establecidos en el informe más
reciente del IPCC. De acuerdo con Chris Hope, de la Universidad de
Cambridge, aún con este acuerdo es poco probable que podamos evadir
el incremento de la temperatura media global por debajo de los 2°C
que la comunidad científica ha puesto como límite para el 2100. Lo
más probable es que el aumento será de 3.8°C, de acuerdo con el
investigador.
En
otras palabras, aún queda mucho por hacer y ciertamente, en este
caso, de lo bueno necesitamos más, bastante más.
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