jueves, 31 de marzo de 2016

400 partes por millón: otro récord del que no podemos estar orgullosos

(Editorial del 19 de mayo del año pasado sobre los altos niveles de CO2 en la atmósfera)

Las alarmas están prendidas entre los científicos del clima y no parece que se vayan a apagar: por primera vez desde que comenzaron los registros continuos de los niveles de dióxido de carbono en la atmosfera, éstos superaron las 400 partes por millón a nivel mundial, según los datos de marzo publicados por la NOAA.

Las emisiones de CO2 son el principal motor del cambio climático y han aumentado más de 120 partes por millón desde los tiempos pre-industriales. En ese intervalo de tiempo el planeta se ha calentado 16.88 grados Celsius.

Esta no es la primera vez que el límite de las 400 ppm es noticia. En mayo de 2013, las mediciones de CO2 tomadas en el observatorio de Mauna Loa superaron esta frontera por primera vez, y el año pasado volvió a ocurrir entre los meses de marzo y mayo.

Lo que hace que este registro rompa un nuevo récord es que esta vez la medición se extiende más allá de Mauna Loa en Hawai, pues incluyó las lecturas de otros 39 sitios en todo el mundo, pintando un cuadro preocupante de incremento de los gases de efecto invernadero, sin que existan signos de desaceleración.

Estas concentraciones probablemente se mantendrán por encima de la marca de las 400ppm hasta mayo, cuando la floración de las plantas en el hemisferio ayuda a absorber parte de las emisiones.

Ahora bien, la pregunta es ¿cómo esperamos tener un escenario diferente, si los políticos mantienen el business as usual, es decir, las políticas energéticas que nos han conducido a este punto?

Por ejemplo, apenas en enero de este año el Senado de Estados Unidos discutió la necesidad de adoptar políticas para disminuir las emisiones de la potencia mundial, y por primera vez los senadores reconocieron que el cambio climático no es un mito –bueno, casi todos, el senador de Missisipi se mantuvo en el medioevo votando en contra-.

Pero los señores senadores no pudieron dar el siguiente paso, pues en otra votación se resistieron a reconocer que el cambio climático es ocasionado por las emisiones producto de la actividad humana.

De acuerdo con un artículo de The Guardian, hace 27 años el Dr. James E. Hansen, un científico de la NASA, acudió ante este cuerpo legislativo para testificar, bajo palabra, que la agencia tenía un 99% de certeza respecto a la relación en el aumento de las temperaturas globales con el incremento en la quema de combustibles fósiles. Y por lo visto, le faltó un micrófono más potente porque no parece que lo hayan escuchado.

En México no cantamos mal las rancheras, valga la expresión. Aunque el país suscribe cuanto acuerdo de reducción de emisiones se le pide, envía puntualmente las comunicaciones respectivas y hasta ha albergado alguna de las Conferencias de las Partes de la Convención Marco de Naciones Unidas sobre Cambio Climático, al revisar las políticas energéticas resulta que no hay tanta diferencia entre los dichos de los senadores norteamericanos y los hechos concretos en nuestro país, pues se sigue postergando el necesario tránsito del país hacia las energías renovables y nuestro Producto Interno Bruto continúa acoplado al petróleo.

Un informe del 2013 de la Secretaría de Energía calculaba llegar –apenas- al 35% de producción de energía eléctrica con ‘tecnologías limpias’ en el 2024, mientras que Finlandia llegará a una cifra un poco mayor dentro de 5 años y Austria rebasó el 32% en el 2012, de acuerdo con un reporte de la Agencia Ambiental Europea.

Así las cosas, parece que no está de más pedir que se pase del discurso a la acción en este tema y dejemos la lógica del desarrollo basado en hidrocarburos, que además se están convirtiendo en bienes escasos. Eso, para prevenir que, como nos ha ocurrido tantas veces en nuestra historia reciente, terminemos importando tecnologías, generalmente las que ya van de salida, porque son las más baratas, y tratando de competir con quienes nos llevan décadas en la innovación y la reconversión de sus modelos de desarrollo.

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