(Editorial del 7 de abril del pasado año. En él se analizaron cuestiones relacionadas con la correcta separación y reciclaje)
Lo
primero que debemos hacer es distinguir entre basura y residuos. En
la naturaleza, la basura no existe, todo lo que desecha cualquier ser
vivo es aprovechado por otros organismos, nada se desperdicia y con
el tiempo todo y todos nos incorporaremos a los ciclos de los
ecosistemas.
Ahora
bien, los humanos hemos desarrollado materiales que difícilmente se
incorporan a estos ciclos, como los plásticos, o bien desechamos
materiales a una velocidad tan acelerada que los sistemas naturales
no los pueden incorporar rápidamente a los ciclos de degradación.
Los desechos de nuestras actividades cotidianas, todos revueltos e
inútiles se llaman basura. Pero cuando los dividimos para poder
reutilizarlos o reciclarlos, se les llama residuos. El reciclaje
permite aprovechar materiales, ahorrar agua y energía y disminuir la
extracción de nuevos recursos.
De
acuerdo con la Ley De Residuos Sólidos del Distrito Federal,
publicada en el año 2003, en la ciudad se consideran dos tipos de
residuos sólidos: los orgánicos, que son biodegradables, y los
inorgánicos, que son todos los demás y que pueden ser valorizados
para su reutilización y reciclaje.
Esta
es una clasificación completamente rebasada por la realidad, pues
algunos de los residuos inorgánicos no tienen cadenas de reciclaje y
comercialización en México, como las envolturas metálicas y casi
todos los plásticos, además no existe un apartado para los residuos
sanitarios como pañales, toallas o condones, así que en la
categoría “inorgánicos” terminamos revolviendo materiales
útiles y reciclables con desechos no reciclables y con otros que los
contaminan, lo que vuelve difícil la separación, provoca que se
desperdicien materiales y se pone en riesgo la salud de las y los
trabajadores que realizan la famosa “pepena”.
En
términos generales, lo correcto sería dividir los residuos en
orgánicos, reciclables, no reciclables y sanitarios, e idealmente
los materiales no reciclables deberían ir desapareciendo, hasta
llegar a un sistema de Basura
cero,
donde todo lo que consumimos se diseñara de antemano para poderse
reutilizar, reparar o reciclar.
Ciudades
como San Francisco, Austin y Oakland están a una década de alcanzar
este ideal, mientras que países como Suecia han logrado que sólo
uno por ciento de sus residuos domiciliarios lleguen a rellenos
sanitarios.
Mientras
tanto en México… apenas reciclamos el 11 por ciento de nuestros
residuos, de acuerdo con un comunicado de la SEMARNAT de
mayo del 2013, y eso siendo muy optimistas pues la cifra varía
dependiendo del tipo de material de que se trate.
Por
ejemplo, 57 por ciento del PET, es decir, el plástico de las
botellas de agua, y una cifra similar del papel que se usa en México,
se recicla, de acuerdo con las empresas del ramo.
Pero
otros materiales no corren con la misma suerte, por ejemplo, casi
ningún otro tipo de plástico se recupera y en algunos casos ni
siquiera existe una industria para ello, por lo que sólo se recicla
el 15 por ciento de las seis millones de toneladas de plásticos que
se consumen al año en México, de acuerdo con cifras del 2011 de la
Asociación Nacional de las Industrias del Plástico (ANIPAC).
Ante
este panorama, en la UNAM el PUMA y la Dirección General de Obras
instalamos un sistema piloto de Residuos Sólidos que ya funciona en
las Facultades de Ciencias, Veterinaria y en el nuevo Edificio de
Posgrado, con divisiones para Orgánicos, Papel y cartón, Botellas
de Plástico, Vidrio-Tetrapack y latas –todo esto en un solo
contenedor-, y el bote de Otros, donde va todo lo que no se puede
reciclar actualmente. Además en los baños se colocan botes para
residuos sanitarios, excepto el papel de baño que debe colocarse en
el escusado.
Los
residuos se mantienen separados en los contenedores y luego en los
centros de acopio. Finalmente, los orgánicos se envían a la planta
de composta de la UNAM, los reciclables se los llevan empresas
especializadas y solamente los Otros y los Sanitarios se van al
relleno.
Con
ello se busca pasar del actual modelo, en el que enviamos 84 por
ciento de nuestros residuos al relleno, a mandar solamente 32 por
ciento, lo que representará ahorros para la Universidad, evitará el
desperdicio de materiales, formar ciudadanos más responsables con
sus residuos y pondrá el ejemplo para mejorar los sistemas de manejo
y disposición en el país.
Como
ven, este es un caso en el que queda muy claro el viejo refrán que
dice “divide y vencerás”.
Finalmente,
les queremos hacer la invitación para que
consulten nuestro canal de YouTube y vean el video que sobre este
tema elaboró el equipo de Educación Ambiental del PUMA. La
dirección es www.youtube.com/PUMAmbiente
Felicitaciones, inspirador el blog, para la Universidad de mi país.
ResponderEliminarSaludos cordiales