(Editorial del 26 de mayo del pasado año acerca de ciertas posturas que siguen negando el cambio climático y los mitos al respecto)
La
semana pasada que estuvimos hablando de cambio climático, un seguidor de Primer Movimiento nos planteó una duda: ¿cómo
afecta el Sol a otros planetas?
Vamos
a tratar de responder esta cuestión y a relacionarla con algunos de
los debates en torno a si los cambios actuales en el clima del
planeta se deben a la acción humana o a cambios en el astro que
circundamos.
Venus,
la Tierra, y Marte son planetas muy similares: de roca, rodeados por
una atmósfera, de tamaño similar y que orbitan cerca del Sol. Los
tres se formaron hace unos 4,550 millones de años y probablemente
compartieron infancias parecidas, con gran actividad volcánica que
compuso sus atmósferas y probablemente con agua líquida en sus
superficies, de acuerdo con Miguel Ángel López Valverde, del
Instituto de Astrofísica de Andalucía.
En
cambio, hoy en día Venus tiene una atmósfera casi cien veces más
caliente que la de la Tierra y una superficie infernal arriba de los
500 grados Celsius. Por su parte, Marte es un planeta gélido y
desértico, con una atmósfera muy delgada. Sólo la Tierra parece
haber mantenido el agua líquida y agradables temperaturas que han
permitido la evolución de la vida.
¿Por
qué estas diferencias? Es cierto lo que dice el refrán acerca de
que el Sol sale para todos, pero no tiene el mismo efecto en todos,
¿de qué depende?
Un
factor fundamental es el efecto invernadero que depende de la
composición química de la atmósfera, es decir, de los gases
presentes en ella y de su capacidad para atrapar parte de la energía
solar que llega al planeta y que es re-irradiada o rebotada por la
superficie planetaria hacia el espacio.
En
la Tierra los principales gases de efecto invernadero son el vapor de
agua y en segundo lugar el dióxido de carbono; que juntos
incrementan la temperatura global del planeta 15º C. En Marte el
efecto invernadero actualmente es muy débil y el planeta es helado y
en Venus el efecto invernadero, debido a las grandes concentraciones
de dióxido de carbono, hace del planeta un infierno que ni Dante
hubiera previsto.
Otro
factor es la radiación solar que se relaciona con la inclinación
del eje de rotación, Marte tuvo cambios muy bruscos bruscos en la
inclinación de su eje que afectaron su temperatura. La Tierra está
más cerca del Sol y tiene a la Luna, que le da gran estabilidad a su
órbita, por lo que ha estado libre de cambios extremos.
Y
finalmente está el ciclo del carbono. En la Tierra el carbono
circula a través de los océanos, de la atmósfera y de la
superficie y el interior terrestre, en un gran ciclo biogeoquímico.
En los planetas vecinos el ciclo del carbono se perdió hace mucho
tiempo haciéndolos inhóspitos para la evolución de la vida.
Y
a propósito, queremos hablar de dos mitos en torno al calentamiento
global actual:
-
La culpa la tiene el Sol
Dado
que el Sol es el mayor proveedor de energía de nuestro planeta,
cualquier cambio en las emisiones de radiación solar afecta el
balance energético de la superficie terrestre.
Pero
durante los últimos 35 años, el Sol ha mostrado una leve tendencia
hacia el enfriamiento, de acuerdo con datos de Natalie Krivova del
Instituto Max-Planck. En sentido contrario, las temperaturas globales
en la Tierra han aumentado, de acuerdo con el Índice de Temperatura
Global Tierra- Océano de la NASA, por lo que los científicos
concluyen que el sol no puede ser la causa del reciente calentamiento
global.
-
Se aproxima una nueva Era del Hielo
Hace
pocos siglos, el planeta experimentó un periodo conocido como
Pequeña Edad de Hielo, el cual coincidió con un periodo de baja
actividad solar llamado Mínimo de Maunder, en el cual las manchas
solares prácticamente desaparecieron. Se cree que los principales
causantes fueron una combinación de baja actividad solar y gran
actividad volcánica que ocasionaron cambios en la circulación de
las corrientes oceánicas y afectaron las temperaturas, en especial
de Europa.
Observando
la actual actividad solar, cabe preguntarse ¿nos estamos dirigiendo
hacia otro Mínimo de Maunder? De acuerdo con Ilya Usoskin, de la
Universidad de Oulu en Finlandia, predecir la actividad solar futura
es problemático pues los mínimos y máximos solares ocurren en un
proceso estocástico -es decir, no determinista-.
Pero
digamos que sí, que entraremos en una Pequeña Era del Hielo. Se
estima que la temperatura podría descender 0.1° grados C, con un
valor máximo posible de 0.3°C, mientras que el calentamiento global
por emisiones de GEI será de entre 3.7 grados C a 4.5 grados C,
dependiendo de cuánto CO2
emitamos
a lo largo del siglo XXI. Así que no parece que nos vaya a ser de
gran ayuda este pequeño enfriamiento.
La
velocidad a la que estamos modificando la química atmosférica no
tiene precedentes, y menos frente a los últimos diez mil años que
habían sido especialmente estables en términos climáticos, un
factor clave para el surgimiento de la civilización humana, factor
que estamos modificando amplia y rápidamente, en detrimento de
nuestra propia existencia.